Al día siguiente de lo que él
mismo llamó “doble triunfo..”
Teodoro Petkoff, director del diario Tal Cual, escribió un editorial acerca de las primarias de la alternativa democrática que terminaba con una “cálida felicitación” a Capriles Radonski, seguida de una tajante advertencia: “Queremos ratificar que desde este diario estamos al servicio de su candidatura y haremos todo lo necesario para que sea una candidatura triunfadora”.
Con esta afirmación, el editor del tabloide no dice nada que no sepamos. Y, sin embargo, el gesto es importante y tiene diversas implicaciones. Desde luego, no se trata de ninguna infidencia o iniciativa ruptural. Todos los medios de comunicación tienen unos valores y unos intereses que orientan su contenido y su jerarquización de los hechos. Eso se hace evidente para la audiencia sin necesidad de desplegar mañas de sabueso. Pero no es común que el editor se desemboce y proclame sus directrices.
Petkoff tiene dos razones para hacerlo. La primera obedece a su compromiso ciudadano y periodístico (que son hermanos siameses). Tenemos muchas razones para pensar que, si el régimen se perpetúa en el poder, las libertades civiles serán abatidas. Sin libertad de expresión no hay periodismo. Y sin libertades económicas no hay periódicos (salvo, naturalmente, los que el autócrata se manda a imprimir para cantar sus alabanzas). Los ciudadanos y los periodistas tenemos, pues, el deber de defender con uñas y dientes la libertad de expresión, porque, como dijo Theodore Peterson, ésta se fundamenta en el compromiso del individuo con sus ideas, con su conciencia. Es un derecho moral y es una obligación. “La libertad de expresión dijo Peterson no es algo que alguien pueda reclamar para fines egoístas. Está tan ligada con su existencia mental que debe reclamarla”. En Venezuela, ese reclamo pasa por la salida de Chávez y sus cómplices del poder.
Llegados a este punto, conviene analizar qué puede hacer un periódico para contribuir a desalojar la autocracia del poder.
Evidentemente, la operación no es propagandística. Los lectores no son idiotas, y, aun frente a un diario cuya agenda política es vociferada por el editor, le exigen que los informe con seriedad y eficiencia. Si los medios privados pierden credibilidad, interés y conexión con las audiencias, éstas dejarán de frecuentarlo, y llegará un momento en que tendrán que cerrar. De manera que, por profunda que sea la adhesión de un medio a un candidato u organización política, está obligado a mantener su calidad y confiabilidad porque de ello depende su supervivencia.
Petkoff hará en Tal Cual lo mismo que ha hecho desde que sacó a la calle aquel primer ejemplar que abría diciendo: Hola Hugo. Lo mismo, por cierto, que han hecho todos los medios independientes: espigar del caos de la realidad aquellos asuntos que deben reconocerse como de interés colectivo. Esta es una tarea que va más allá de distinguir lo que es noticia de lo que no lo es. Se trata de fijar una agenda de lo que es importante, de lo que debe ser conocido por la opinión pública, de lo que debe debatirse, con independencia de que las opiniones de las audiencias discrepen.
Ni Tal Cual ni ningún medio que respete a sus audiencias les van a decir a éstas qué deben pensar ni por quién van a votar, pero sí les van a proponer unos temas comunes. Van a desarrollar una de jerarquización, de dar importancia a tales o cuales unos asuntos u otros, y, sobre todo, van a hacer visible aquello que el régimen quiere mantener a la sombra, como ocurrió con el escandaloso caso de Pudreval y el reciente derrame petrolero en Monagas, conocidos por la sociedad gracias a la agenda informativa de la prensa.
En otros países latinoamericanos ha quedado demostrado que la prensa, los reporteros y los articulistas de opinión contribuyeron de manera notable a la formación gradual de una conciencia de cambio democrático pacífico y legal. En México, la prensa tuvo importante papel en la disminución del poder del PRI gracias a la resistencia de importantes medios y periodistas a replicar las opiniones oficiales.
La segunda razón de Petkoff para lanzarse con ese aviso es personal. Su prenda de voluntad unitaria, puesto que hasta el día de las primarias apoyó, en esas mismas páginas, la candidatura de Pablo Pérez. De manera que, más que una declaración de editor claridoso, es un grito de unidad. En el lugar del contrincante, yo temblaría de miedo.
Por: Milagros Socorro
msocorro@el-nacional.com
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EL NACIONAL
Domingo, febrero 19, 2012