■ El despecho ante el desamor colectivo puede explotar de manera peligrosa…
A una semana de las primarias el chavismo no ha podido digerir los más de 3 millones de votos de quienes vencieron el miedo insuflado por el poder. Tampoco ha entendido que el más conciliador de los precandidatos obtuviera casi 2 millones de votos en una sociedad polarizada. Capriles Radonski ganó la nominación presidencial sin haber pronunciado un insulto, con el lema de la educación como arma para conquistar la paz y el progreso y la promesa de reunificar el país y recuperar los valores de la democracia. Antes de la elección, desde VTV lanzaron graves ofensas y mostraron documentos forjados con el fin de aniquilar la intención de voto a favor de Capriles, como antes lo habían hecho contra Pablo Pérez. Nada hizo cambiar la voluntad de los electores decididos a correr riesgos y depositar en las urnas el mensaje de cambio que hoy tiene tan nervioso al Gobierno.
Desde ese muladar mediático oficial hicieron toda clase de cábalas. Que las primarias no se realizarían (repetida por Chávez) hasta que, ya irreversibles, apenas votarían unos 500 mil electores y máximo, un millón. La lengua del gurú de las “encuestas” del régimen se atrevió a decir lo que días después sería el castigo del cuerpo: “si la oposición no llega a 2.500.000 votos, no podrá ganar en octubre”. Por esa craneoteca desfilaron Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, este último experto en tejemanejes electorales, quien concluyó que la MUD “había hecho fraude”, luego el CNE también. No podían disimular su ansia de confiscar los cuadernos electorales para hacer una segunda lista Tascón. La presidenta del CNE declaró que “el organismo garantizaba la transparencia de los resultados de las primarias” y que “los números de la MUD coincidían con los del CNE”.
El despecho aún no había tenido como protagonista a Chávez. Pronto comprobamos que estaba a la espera de que el TSJ cumpliera órdenes. Tan raudo fue el inefable “magistrado” Carrasquero, también experto en tejemanejes, que la confiscación de los cuadernos de votación tenía fecha de 2011. La obsesión por apoderarse de los cuadernos donde aparecen los nombres y firmas de los electores llegó hasta el estado Aragua, donde la policía regional atropelló a un estudiante que murió en defensa del “anonimato de los votantes” (EN 15-02-12). Horas después bandas armadas del gobernador Isea atacaron núcleo de la UCV en Maracay (EN 16-02-12).
Cuando los valientes de la MUD, Aveledo y Albanes, cumplieron su palabra de garantizar el secreto del voto y siguiendo el reglamento aceptado por el CNE se incineraron los cuadernos de votación, apareció un Chávez iracundo “¿A quién se le ocurre violar la decisión del TSJ y quemar los cuadernos donde están registrados los votantes? Es “desobedecer al TSJ que yo siempre he respetado” (olvida que llamó “plasta” al TSJ que no controlaba). Llovieron insultos contra Capriles como “cochino”. Satanización de la burguesía y del capitalismo. Reedición del “majunche” y “antipatria”. Y la herida que más duele: la acusación a Capriles de “andar lanzándole carantoñas al pueblo chavista. Casi la burguesía se está declarando chavista también” dice furioso. Y el patinazo ratificador de que Chávez siempre ha visto al pueblo como un simulacro para permanecer en el poder. Increpa: “ahora sí las hordas chavistas tienen un valor para ti burguesía, ahora sí los niches (sic), los vagos y maleantes (sic), los hediondos (sic), los tierrúos (sic) tienen un valor para ti burguesía: no seas hipócrita (…) no vengas con cuenticos ahora disfrazando tu discurso”.
¿Por qué ese torpe reclamo en quien hasta no hace mucho creía ser la reencarnación del pueblo? Porque sabe que “chavistas” de Miranda adentro, votaron por Capriles en las primarias. Porque en el 23 de Enero, El Valle, Caricuao y Petare, sitios emblemáticos del chavismo, sus habitantes votaron en grupos (para protegerse). “Mucha gente salió a votar” dice un elector de la Av. Morán que fue con su esposa e hijos. Salimos “para demostrarle a Chávez que no estamos con él, que los sectores populares estamos descontentos por la inseguridad y el mal gobierno” (EN 13-02-2012). La historia se repitió en el interior del país y en zonas rurales donde abundan campesinos abandonados. Chávez sabe que muchos vencieron el miedo y que los millones descontentos que no se atrevieron el 12F, votarán el 7-O. Otras heridas que también duelen: la unidad opositora expresada en los excandidatos unidos como una piña al lado de Capriles y el regreso de Pablo Pérez a la gobernación del Zulia.
Vemos a Chávez rabiosamente enfilado contra Capriles y obsesionado por confrontar con él. Capriles no va a complacerlo. El despecho ante el desamor colectivo de quien se creyó el dueño del pueblo puede explotar de manera peligrosa. Hay que estar atentos.
Por: MARTA COLOMINA
mcolomina@gmail.com
domingo 19 de febrero de 2012