¿Cómo es posible que los burgueses hayan sacado
tres millones de votos en sus elecciones…?
-Se preguntaba el hombre hundido en su sofá, mientras los medios transmitían los resultados del proceso electoral de las primarias de la oposición, que ese domingo se llevó a cabo en todo el país.
¿Es que acaso, no hay conciencia revolucionaria de nuestra gente o el socialismo está fallando? –se preguntó nuevamente-.
Se levantó de su asiento tratando de pasar el calor que le subía a la cabeza y su hija inmediatamente le dio a tomar un vaso de tilo frío, para calmarle la angustia. -Llámenme al pronosticador oficial para que me exponga las encuestas recientes, porque él dijo que no pasaban de dos millones y entonces parodiaba la vocecita del ex ministro Chacón, cuando le decía que “no se preocupe presidente que usted está sobrado”.
Pero, la verdad es que en todas partes salió a votar gente de los sectores más bajos de la sociedad, a favor de los precandidatos de la Unidad democrática.
-“Eso quiere decir, -decía su ministro de tecnología y yerno, con voz de sabelotodo-, que hay mucho contrarrevolucionario infiltrado en el proceso”.
-Por supuesto, que aquí hay mucha gente con doble cara, jugando contra la revolución-decía el hombre-, pero ya vamos a saber quiénes son y los vamos a pisar como a una cucaracha.
Llámenme al Director de Inteligencia política para que me de un razonamiento y un plan para hacer nuevas listas de los que votaron contra mi, porque debemos parar esa expresión rápido- ¿Cómo es posible que nadie me haya dicho que esa gente podía llegar a tres millones en una votación interna? ¿Ustedes saben lo que eso significa? Caramba –decía suspirando-, cómo me hace falta un Luís Tascón para poner a raya a los escuálidos.
Ring, ring, ring… suena el teléfono y la hija atiende y tranca para decirle al hombre: “el director de inteligencia dice que no se puede hacer ninguna lista porque los libros los tiene la oposición y los van a quemar.”
Entonces, tenemos que ejecutar un plan B, vamos a inaugurar obras, a entregar apartamentos, a dar becas, a sacar misiones, a regalar comida, a hacer hospitales y escuelitas, pero debemos declararnos en emergencia.
Pónganme a todo el mundo a correr, esta noche no duerme nadie.
Ring, ring… la hija sale corriendo y atiende los teléfonos y luego viene con sus notas ordenadas.
Toma tilo y empieza a leer los comentarios: “Imposible inaugurar el segundo puente sobre el lago de Maracaibo; no está planteado cubrir el déficit de viviendas y tendremos damnificados en refugios para rato, no tenemos autoabastecimiento agroalimentario, agropatria no tiene vida, la producción cementera y cabillera fracasó, el desempleo sigue creciendo, la inflación no baja y la inversión no sube…”
-Suficiente, suficiente-interrumpe a su hija, mientras estrella un vaso contra la pared.
Requerimos un plan C-dijo-.-¿Qué está planteado-preguntó la hija-?
-Llámenme al ministro de información y al esbirro mediático de Mario Silva del programa La Hojilla-dijo mientras se pasaba la mano por la cabeza-, al primero le dice que debemos estar todos los días en cadena nacional, así sea para sembrar una mata, darle besitos a las viejitas, etc., y al segundo me le dicen que prepare toda la campaña sucia que pueda sin ningún tipo de escrúpulos y eso se extiende para todos los programas y medios públicos, no hay de otra. Caramba-dijo con voz de añoranza-cómo me hace falta una Lina Ron, para que amedrente por aquí y lance una bombita por allá.