¡Qué fastidio con este hombre!

■ ¿Es que no se cansa de esas bufonadas que lo siguen desnudando en toda su barata dimensión?

Las incoherencias, los desatinos, la mediocridad, todo eso se suma a la apariencia que ya no puede desfigurarse más… El tratamiento al que al parecer de algunos médicos está sometido ha hecho sus estragos. Hay veces que uno trata de ajustar el color de la televisión que lo muestra muy gris, muy verdoso, pero lo que no engaña es esa hinchazón de su rostro. “Síndrome de Cushing” apuntan algunos. Cara de luna y lomo de búfalo.

Pero lo que cambia es por fuera.

Desde adentro, todo sigue igual.

En un mandatario que entiende el rol que desempeña frente a una ocasión como la que vive Venezuela, el verbo “demoler” estaría bien lejos del discurso. Pero no, desde hace mucho tiempo y más allá de su estilo, estas “chambonadas” del “Comandante” no son simples payasadas de mal gusto.

Son evidencias claras de los graves desórdenes de su mente obsesionada con el poder, absolutamente desbordadas con el apremio vigoroso de una realidad de la que ya no puede huir.

Todo lo que nunca debió hacer está hecho. Y el resultado, estos grupos anárquicos que ya no puede controlar, estas autopistas y calles destruidas, esta minimización a nivel internacional, esta oposición que se niega a rendirse a su pies, esta corrupción que galopa ante el peligro inminente de tener que rendir cuentas que no pueden rendir, este despertar de los adversarios vivo, desafiante, esta incapacidad para gobernar un país que se fue de las manos, esta desconfianza con su propia servidumbre que le es sospechosa, estos rostros que lo siguen contando en horas y días en gestos, color, excitación y exabruptos, esperando la señal definitiva para ocupar su lugar como si no existiera un país alerta, empeñado en rescatar el respeto y activar la ética en su recurso humano minimizado, agraviado, por el atorado quehacer del hombre perdido en demenciales pretensiones.

Cuando esto acabe, cuando los venezolanos traicionados rescaten su libertad y su destino, este hombre perdido en el espacio personal de su fantasía será juzgado y condenado.

Y él no es el único culpable.

Los militares que en primera fila se levantan a aplaudir cuando él afirma “la FAN es chavista”, son cómplices de esta locura. Los que firman y sonrien, aplauden sus insultos y sus amenazas, han comprometido sus vidas con negocios oscuros, levantan el puño cuando el discurso voraz descalifica y arremete contra los otros venezolanos amenazando demolerlos, son tan culpables como el enfermo que lo que necesita es ayuda porque ya no puede ayudarse a sí mismo.

Y todo esto tiene una oportunidad este domingo.

La última, tal vez.

Desde las ocho de la mañana, Venezuela espera por ti. No seamos cómplices un minuto más de este horror que vivimos.

Por: Isa Dobles
11 Febrero, 2012
Politica | Opinión