“Montando y desmontando el
teatro de operaciones…”
Juan José se quedó estupefacto con el inesperado movimiento de vehículos, que llegaron en caravana ese fin de semana; cuando las relucientes camionetas blancas, último modelo y con un aviso pegado al parabrisas, que decía “USO OFICIAL”, levantaban una polvareda de tornado en las desiertas tierras –otrora cultivadas-, expropiadas a la familia Jiménez en el pie de monte barinés.
De la caravana se bajaron funcionarios del Ministerio de Agricultura y Tierras, buscando la sombra de un viejo samán, que solitario en la sabana, parecía estar observando la historia. También, un avance de técnicos tomaba fotografías del sitio y conversaban a voz de mercado libre de alimentos, cómo procederían a tomar el lugar para desarrollar el trabajo.
Juan José pasó toda la noche explicando a sus paisanos lo que había visto en el lugar y añadía que ahora si se “pondrían las botas”, porque parecía que finalmente llegaría la inversión y el empleo para los campesinos del sector, a orillas del río Barinas. Esa misma noche, la gente del consejo comunal regó la voz “…que se requería de mano de obra urgente para hacer un operativo de desmalezamiento y limpieza del lugar, cuestión de acondicionar el espacio en un supuesto plan piloto, que traería prosperidad y desarrollo.”
De esa manera, comenzaron el lunes siguiente a limpiar con urgencia las tierras enmontadas, mientras llegaban tres tractores rojos salidos de una chistera, los cuales acondicionaban el camino de tierra que conducía a la carretera. Levantaron cercas de palo y colocaron alambres de púas; que trajeron a primera hora del martes, y luego pintaron de blanco los palos y hasta las matas, que circundaban 100 metros del área, como si fuera un escenario de teatro.
El jueves, la faena fue menos dura, porque Juan y sus compañeros trabajaban en lo que hiciera falta, pero estaban cobrando y comiendo sus almuerzos traídos quien sabe de dónde, con una logística definitivamente eficiente. El viernes llegaron como 30 camiones cargados de un extraño ganado criollo, algo flaco, pero muy ágiles a la hora de bajarse a tierra y ocupar su lugar en el sitio-como si estuviesen entrenados en el oficio-, a los cuales le dieron pastos empaquetados como alimento, porque en el lugar no había nada de comer, para que sobrevivieran sin penurias.
También llegaron las inmensas carpas rojas, sillas, mesas, baños portátiles y soldados como arroz, para custodiar el lugar. El sábado los camiones de VTV coparon la escena con su despliegue de cables y antenas. Y el domingo llegó el presidente con su parafernalia, hablando frente a las cámaras y echando cuentos de caminos y anunciando el “cambio” del ministro de Tierras por “enfermedad”.
Finalmente el lunes, Juan José trabajó desmontando el teatro de operaciones y todo quedó nuevamente como un “peladero” de chivo. Las vaquillas se montaron rápidamente en los camiones y todo el mundo se fue. Juan cobró su día de trabajo y se quedó observando esa tarde, cómo se ocultaba el sol, en la linda Barinas.