“En otros países las elecciones
son en plena normalidad…”
¦ Aquí son un drama de telenovela.
Todo el mundo comenta cómo en Colombia, Perú, Brasil o Chile los días de elecciones transcurren sin más novedades que la normalidad, el civismo y los resultados a tiempo. Sobre todo los resultados a tiempo. En una hora, a más tardar, aparecen los primeros resultados oficiales y a partir de ahí los medios sueltan las proyecciones y listo: fulano presidente y un poco más tarde los reconocimientos de los adversarios. En cosa de otra hora, mesa de analistas y conclusiones. En el país, más allá de los medios, absoluta normalidad si hay cambio de gobierno y más todavía si se trata de alguno de los eternizados presidentes del eje chavista.
Pero aquí, en la tierra donde nació la revolución mundial y le pusieron un despertador de campanas a Bolívar para que brincara del chinchorro y, espada en mano, arrancara en carrera por toda América Latina, la cosa es muy diferente. Aquí, donde se supone tenemos el sistema electoral más moderno, caro y seguro del mundo, las cosas no funcionan así. Aquí manda la angustia. Mucha angustia.
No hablemos de muchos días antes. Vamos a limitarnos al día anterior y al propio día de las elecciones. La cosa comienza con denuncias de excesos de los militares. Los de verde no permiten que los de oposición tengan acceso a la preparación de instalación de mesa, no llegan los materiales ni siquiera hay credenciales. Claro, todo este lío es para los de oposición solamente con posibles palos y peinillas. Denuncias van y vienen. Llega la noche y a cuidar las mesas. Hay rumores de que los chavistas de dos ruedas irán al ataque en la oscuridad.
Amanece. Después del alarido de la diana chavista y todavía oscuro, empiezan otra vez los desesperos. Los chavistas en acción: no hay credenciales, las mesas no se pueden instalar, no llegan los miembros de mesa, falta el material, los cotillones están incompletos. Radio, páginas web y TV informan de abusos militares y empujones contra miembros de mesa de la oposición. Bandas de motorizados de rojo se pasean por los centros de votación, carros con altavoces hacen propaganda oficialista sin ninguna pena en calles y mesas. Comienza el proceso con un 80% más o menos de las mesas instaladas. No será sino hasta mediodía cuando estén todas en operación. Reportan fallas de captahuellas, máquinas que marcan votos diferentes al que seleccionó el elector y máquinas que simplemente no funcionan. No hay luz en Chejendé ni en Cabudare. Tiros en una mesa en Trujillo. Dos chinos que no hablan español, votan en Catia con cédula nueva.
Y falta lo mejor. Termina el proceso. Chávez retiene al CNE hasta que autoriza el resultado. Hasta las 2 o 3 de la mañana no se sabrá nada.
¡Qué angustia!
Por: ELIDES J. ROJAS L.
erojas@eluniversal.com
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EL UNIVERSAL
1 de febrero de 2012