“Sólo con la verdad se consigue la
tranquilidad de conciencia…”
La honestidad se ha convertido en un valor humano en desuso, desvalorizado, depreciado, rebajado y escasamente interpretado en este tiempo y reclamado airadamente especialmente a nuestros gobernantes. Actuar correctamente debería ser una consigna inherente al ser humano, no sólo en asuntos relacionados con los Partidos Políticos o la actividad pública, sino en todos los estamentos de la sociedad.
Las personas que aspiran a ostentar cargos públicos y de elección popular deberían mostrar honradez como cualidad prioritaria antes que sus pergaminos académicos e intelectuales. Desde luego, que la formación académica e intelectual es importante para saber administrar el erario, asimismo para decidir donde, cuando y para que destinarlo.
Sin embargo, en nuestro país para aspirar a cualquier cargo público de elección popular sólo se requiere ser ciudadano en ejercicio, ser miembro de un partido político o amigo de los altos jerarcas gubernamentales. Nuestra sociedad, en la que estamos inmersos hace rato se encuentra por fuera de los rieles de las sociedades de avanzada.
Convivir con grupos al margen de la ley, delincuencia organizada, institucionalidad permeada y una gran brecha de desigualdad e inequidad es verdaderamente complicado. Es allí donde es oportuna, necesaria e importante la lucidez y pureza del gobernante. Su ambición debe estar dispuesta y al servicio de toda la población. Respetando este principio se conquista la autoridad, se gana gobernabilidad, credibilidad, se forra de una coraza inexpugnable y se forja una conducta disponible para ser evaluada en todo momento.
Los círculos del poder entorpecen los ideales cercenando los valores inculcados por los padres en la majestuosidad del hogar. De igual manera se pierde el temor hacia la solemnidad de un ser supremo. Por esta razón se escucha a menudo expresiones como: Ese muchacho que aspira a cualquier cargo de elección popular es intachable y con buenas intenciones, pero apenas arrope el poder se echa a perder. ¿Es tan complicado actuar correctamente? ¿Tienen las cualidades y calidades de un buen gobernante los
actuales aspirantes a la Presidencia de la República, Alcaldías, Gobernaciones? ¿Tienen como prioridad el respeto por los valores humanos, principalmente la Honestidad?
He podido contemplar a escasos meses para el desarrollo de la disputa electoral de las primarias debates de alto nivel de los precandidatos de la MUD, pero infortunadamente no en mi querida Maracay. Es generoso y nutritivo presenciar un debate de los aspirantes de varias capitales del país. Es fácil reconocer que tienen cada centímetro de Venezuela en su mente, lo demuestran en cada expresión, discriminando y planeando rubros para proyectos significativos y consecuentes con el crecimiento de las ciudades.
Mientras tanto el debate en nuestra ciudad está basado en el chismorreo, el rumor, quien gasta más plata y mirando el retrovisor de los gobernantes de turno y anunciando que existen candidatos que cuentan con el apoyo de las administraciones actuales. Por todo esto surgen los interrogantes planteados líneas arriba.
Nuestra ciudad y nuestro Estado Aragua necesitan de unas personas que respeten los valores humanos, capaces de mirar a los ojos a su familia, nuestro terruño requiere de personas que dejen el alma en la gestión, como un sello imborrable. Dejar marcada una identidad es mayor que cualquier monumento o una medalla como recuerdo. Actuar con honestidad y decencia es probablemente una obra perdurable.
En el Estado Aragua y en nuestra ciudad Maracay se necesitan gobernantes que actúen y se expresen siempre conforme a la verdad. Entre todas las cosas es la única realidad de la historia, sin la sinceridad el gobernante entra en un enredado mundo de mentiras. La verdad nunca varía ni cambia. Es absoluta, honesta, segura y digna de confianza.
Sólo con la verdad se consigue la tranquilidad de conciencia indispensable para un gobernante. La verdad es captada por el pueblo y cuando la percibe se hace más tolerable la espera de la solución de sus necesidades. Por ello, quien tiene la verdad en la mano, es quien debe tener el mando. ¡vota bien el 12 de febrero!.
Por: Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito