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El Editorial: Días cruzados: 23E y 4F

“Más o menos cercanos
en el calendario…”

 

El 23 de enero y el 4 de febrero son días antípodas en la historia y en el destino de Venezuela. En el primero, los venezolanos celebramos la caída estrepitosa de un dictador, en tanto que en el segundo condenamos el intento llevado a cabo por un grupo de militares con propósitos semejantes a otro día nefasto en los anales de la nación, el 24 de noviembre de 1948, cuando fue derrocado el presidente Gallegos a los nueve meses de iniciado su gobierno.

De modo que 4 de febrero de 1992 y 24 de noviembre de 1948 son días lúgubres para la democracia y la libertad en Venezuela.

Los demócratas celebramos el 23 de Enero de 1958 porque fue la culminación de una larga batalla contra la opresión. La dictadura fue combatida días tras día, ninguna de las maniobras que puso en marcha para estabilizarse en el poder tuvo éxito. Utilizó de manera indebida el nombre de las Fuerzas Armadas y terminó siendo derrocada por esas mismas fuerzas que comprendieron en su momento el compromiso con la nación.

A partir del 23 de Enero de 1958 se inició en Venezuela una etapa de unidad y de concertación, de alternabilidad democrática y de equilibrio e independencia de los poderes públicos. Los periodos presidenciales eran de cinco años. Predominó el pluralismo político, con conquistas como la elección de alcaldes y gobernadores que, en la última década del siglo, democratizó y diversificó el poder.

Las conquistas económicas y políticas de la época fueron notables. Una de las primeras fue la autonomía universitaria, otra la nacionalización de la industria del petróleo. Logró la electrificación nacional. Se avanzó de manera radical en la infraestructura vial, en salud, educación, reforma agraria y vivienda.

La industria se desarrolló hasta el extremo de lograr una productividad que permitió el autoabastecimiento en la mayoría de los rubros.

El frustrado golpe del 4 de febrero atentó contra la voluntad de los venezolanos y pretendió coartarles el derecho de expresarse a través del ejercicio del voto, intentando implantar en Venezuela una revolución. De ahí la distancia entre el 23 de enero y el 4 de febrero. Esta última fecha fue la negación de todas las conquistas logradas hasta entonces por el pueblo venezolano.

Ahora, como si los alzados en aquella ocasión hubieran triunfado, se trata de consolidar una revolución que niega la democracia y el pluralismo y que cada día se aleja más de lo que es un Estado de Derecho. El gobierno del comandante Hugo Chávez abolió la independencia de los poderes y se erige en el presidente vitalicio que aspira a gobernar hasta 2031, como si Venezuela fuera un mar muerto.

La derrota del 4 de febrero se convierte ahora, por arte de magia negra, en una gran efeméride. Inmensas sumas de dinero que se le niegan al pueblo se invertirán en desfiles militares, y en concursos para alimentar el culto a la personalidad.


Por: Redacción
22, de enero 2012
Política | Opinión
EL NACIONAL