Venezuela, segundo peor en
índice de miseria 2011
Economist dice:
“Macedonia puede recordar al Sr. Gligorov (Presidente fallecido el 1 de enero de 2012) con cariño, pero el país está en un lío. Se trata de la parte superior de nuestro índice de miseria, que combina dos poderosos indicadores de abatimiento económico: el desempleo y la inflación. Los aumentos de los precios son principalmente un problema en los países petroleros con una gestión económica descabellada como Venezuela e Irán (y, en menor medida, Rusia)”
De acuerdo a los estudios realizados en esta revista, hay una interesante conclusión que deberíamos tomar en cuenta: las mayores tasas de desempleo y de inflación crean mayores costos económicos y sociales en un país, con el agregado de que el índice de miseria y la tasa de criminalidad se hallan en estrecha relación. En la actualidad, Venezuela, gobernado por el presidente Hugo Chávez, es una prueba de aquella situación.
La incertidumbre institucional que emite el régimen chavista tiene una decidida repercusión sobre las transacciones voluntarias que realizan las personas para crear negocios, celebrar contratos, intercambiar bienes y servicios y todas aquellas actividades que inciden en un mejor bienestar de la población. En efecto, y tal como afirmo en mi libro “Gobierno, justicia y libre mercado”, la historia de los países latinoamericanos se caracteriza por lo que se denomina “incertidumbre institucional”, noción sugerida por la actual y moderna escuela “Institucionalista” del Nobel de Economía Douglas North.
Básicamente podemos sintetizar que la miseria es la consecuencia de los altos riesgos para los habitantes de un país cuando no se encuentran garantizados los derechos de propiedad, se manipula la justicia, no se respetan los contratos y la movilidad del capital se encuentra supeditada a las órdenes y decisiones del gobierno de turno. ¨Solo cuando las personas y las empresas perciben señales claras y predecibles de reglas de juego conocidas de antemano, se inicia el camino del desarrollo. La economía y la política no son dos compartimientos estancos. Lo que está ocurriendo en Venezuela nos permite conocer acerca de los graves perjuicios que ocasionan los gobiernos populistas que solo exacerban la corrupción y la arbitrariedad.
En un momento en que existe una fuerte presión por hacer ingresar a Venezuela a pesar de todas las evidencias arrimadas en contra, bien haríamos en saber que la realidad no se puede ocultar. Los regímenes autoritarios como el de Chávez en uno de los países más ricos por su producción petrolera, al final solo redistribuye miseria.
Enorme renta petrolera:
Venezuela se ubicó este año en el segundo puesto más alto del Indice de Miseria elaborado por la revista The Economist, lo que refleja el gran impacto que ejercen sus elevadas tasas de inflación y de desempleo sobre el nivel de vida de los venezolanos. La clasificación mundial, publicada esta semana por la revista, coloca a Venezuela detrás de Macedonia, país que alcanzó el primer lugar en el índice al padecer una tasa de desempleo de más del 30 por ciento.
Irán figuró en el tercer puesto, detrás de Venezuela. La revista, cuyo índice está elaborado sobre la base de la combinación de la tasa de inflación y de desempleo, atribuyó las altas puntuaciones obtenidas por Irán y Venezuela a las “alocadas políticas económicas” de ambos países petroleros.
En Venezuela, esas políticas han coincidido en una tasa de inflación que el año pasado estuvo en el orden del 27.6 por ciento y una tasa de desempleo de 8.2 por ciento.
Economistas consultados dijeron que el constante hostigamiento al sector privado emprendido por el gobierno de Hugo Chávez, aunado al enorme gasto público y la falta de independencia del banco central, crean en Venezuela las condiciones para una tormenta inflacionaria perfecta.
“Venezuela tiene la tasa de inflación mas alta del mundo”, advirtió Pedro Palma, presidente de la Academia de Ciencias Económicas.
“La tasa de inflación debería ser substancialmente más baja, pero este gobierno ha implementado una política expansiva de gasto sumamente agresiva a través de la cual se inyectan a la economía muchísimos recursos, sin contar con una sensata política de disciplina monetaria”, agregó.
Esa política de gasto expansiva se ha visto acentuada en los últimos meses en la medida en que el país entra en un año electoral y es ejecutada con recursos de la empresa petrolera PDVSA y del propio Banco Central, institución que es obligada a sacar más dinero a la calle.
Caen las inversiones:
Pero son pocos los productos que pueden ser adquiridos con ese incremento de la masa monetaria ante el incesante acoso del gobierno al sector privado, que cada día tiene menos razones para invertir en el país.
Se trata de “un ataque y hostigamiento permanente a la actividad económica privada, que ha reducido la producción de las empresas y que ha desestimulado notablemente la inversión”, dijo Palma.
José Luis Saboin, analista de la firma de asesores Ecoanalítica, dijo que esa drástica caída de la inversión es uno de los principales factores detrás de la inflación y del estancamiento económico.
“La inversión es el componente que más dinamiza a la economía, pero en un país donde predominan la inseguridad jurídica, la represión al sector privado, las expropiaciones y las confiscaciones, y presenta además un discurso altamente negativo para lo que es al sector privado, no ha de extrañar que la inversión privada desaparezca”, dijo Saboin.
“¿Qué hubiese pasado si la inversión hubiese crecido en un seis o un siete por ciento, como creció en algunos países de America Latina? Venezuela hubiese sido el país de mayor crecimiento de la región”, dijo Saboin. “Y está comprobado que cuando un país crece a altas tasas es cuando mayor bienestar tienen sus ciudadanos”.
Intuitivamente, la mayoría de los venezolanos entiende que gran parte de los problemas de escasez, inflación y desempleo que enfrentan se debe a las políticas emprendidas contra el sector privado.
Según una encuesta reciente de la firma Alfredo Keller y Asociados, el 61 por ciento de los consultados considera que las expropiaciones están acentuando el desempleo, en contraste con un 23 por ciento que dijo creer lo contrario.
Una proporción similar, de 61 contra 25 por ciento, atribuyó el severo problema de desabastecimiento a las confiscaciones de empresas emprendidas por el gobierno.
Y el respaldo popular hacia el concepto de la empresa privada es elevado. Un 75 por ciento de los encuestados dijo estar de acuerdo con la noción de que a la empresa privada hay que defenderla porque “genera empleo, productos de calidad y progreso”.
Por: Antonio Maria Delgado
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El Nuevo Herald