“Se le van los tapones…”
Muchas horas transcurrían con el Presidente frente a los micrófonos presentando su informe anual, en la Asamblea Nacional. Se presentó con un libro gordo que recogía –supuestamente- los datos fundamentales de cada área de interés como una especie de ayuda memoria.
Tenía más de seis horas hablando, echando cuentos que se perdían en el tiempo y no presentaba un balance de la realidad del país, que ilustrara la situación económica, social y la proyección de su gestión.
Algunos diputados, embajadores e invitados se habían preparado física y mentalmente para estoicamente aguantar el maratón expositivo: la mayoría soportaba las ganas de orinar, el hambre, la fatiga e incluso la molestia de las sillas duras, que dormían las nalgas y fastidian el nervio que rodea el cóccix.
Rafael, un profesor de estadísticas, física y matemática que ejerce en Barcelona para un tecnológico, comenzó a sacar extrañas cuentas tratando de ver cuánto se tardaría el presidente en su informe, si tan solo se limitara a no hablar tanto “gamelote”, dispersándose en demasía, con sus cuentos de camino; que si el caimán del río apure, que llaman el “patrullero”; que si el arpa de fulanito, que si la canción de Eneas Perdomo, que si bailó con Isabelita, que si le llevó una serenata a su papá, porque cumplía 79 años.
Yo le dije a Rafael, que lo mejor sería que se le redactara un discurso y que el presidente se comprometiera a no violarlo hasta concluir, porque francamente, era una falta de respeto al más mínimo criterio de educación con los presentes, que tenían ganas de salir corriendo, porque aquello parecía una tortura china. Y efectivamente, algunos diputados abandonaron la sala a las tres horas de cuentos, porque no toleraban la divagación y la venta reiterada de sí mismo, en una campaña electoral continua, promoviendo su candidatura presidencial y la de sus allegados.
-¿Cuál es la razón -que explica-, que el presidente se tarde tantas horas en su informe anual sin decir nada, y tan solo el tiempo se le va narrando “el toque de bola” que hizo Davalillo en una serie mundial; recomendado libros que ha leído e incluso los presenta ante las cámaras como si fuera Renni Otolina haciendo una cuña de mayonesa; presentando a sus candidatos para gobernaciones, haciendo recomendaciones a la oposición y un sin fin de piruetas y canciones tarareadas, cuando en realidad debe limitarse con rigurosidad técnica a presentar una información precisa, sobre su gestión de gobierno en el año recién finalizado?
-Yo percibo, que el presidente cree que mientras más se tarda se parece más a Fidel y lo imita – me dice Rafael-.
-A mi me parece-me dice mi amiga Lena –que el problema es de un inmenso Ego que lo atrapa, haciéndolo su prisionero y en vez de dar un informe respetuoso para un primer magistrado, el hombre se siente, cantante, locutor, historiador, maestro, novio de la madrina, el galán del barrio; entonces, pierde la perspectiva y se le van los tapones.
II
La Historia lo juzgará.
O sea, que él no se da cuenta de la manera cómo es percibida su personalidad?-pregunta la señora Rosa, que en ese momento nos sirve unos tequeños con bolitas de carne-.
-Efectivamente-le responde Lena con el entusiasmo de una profesora especialista en temas de la conducta-, él no puede controlar sus “arranques”; cuando se pasa de maraca, ya es muy tarde, porque la torta está servida. Es posible que sus hijas se lo digan en algún momento, pero sus colaboradores cercanos, hacen lo contrario, y halaban sus acciones cuando se pone a cantar; cuando arremete contra una periodista, cuando dice expresiones feroces contra el gobierno norteamericano, cuando manifiesta que desplegará tropas a la frontera, cuando bota a 20 mil personas de PDVSA, cuando aplica el plan Ávila ante una marcha o cuando se pone como un mono neurótico brincando de rama en rama, porque tiene hambre.
Lo cierto, es que hay que mirar el bosque y no perder la vista en el árbol más cercano. La Historia va ha emitir su veredicto, en la medida que pase el tiempo y se pueda evaluar con mayor objetividad, estos años de la era Chávez. Entonces, la señora Rosa dice “que la misión Barrio Adentro es un fraude y por eso los módulos se la pasan desiertos, sin gente, porque allí no resuelven nada serio. Sí te dan una pastillita para la tensión o para el dolor de cabeza, pero si vas con algo más delicado, te mueres de mengua.”
-¿Qué vimos de nuevo durante la alocución del presidente de este año?-pregunté a mis amigos-
-Bueno-responde Rafael-, yo veo al Presidente muy desgastado, sin brillo; es como el jabón de olor que ha perdido tamaño, capacidad de acción y hay que cambiarlo. “Observen cuando un diputado abandonó el Hemiciclo y el Presidente parece que se molestó. Por poco y el diputado no le responde una vulgaridad, mandándolo al infierno…es como si se le hubiera perdido el respeto.”
-Yo noté en el discurso una extraña búsqueda de conciliación, aunque no me pareció sincera –dice Lena-, e incluso habló de “las puertas de la revolución están abiertas”pero yo me pregunto ¿Cómo se puede recoger el agua sucia?”
También hay que decir, que los organizadores del circo, invitan a una serie de seguidores para que hagan bulla tanto adentro como afuera del hemiciclo y jugar con la exposición mediática del presidente, que se cree el cuento, por cierto. Además, las cámaras de TV enfocaban fundamentalmente a los rojos, a menos que se hiciera una alusión directa hacia alguna personalidad opositora.
Rafael señala que “si Chávez llega a ganar las elecciones será con trampa, porque sinceramente no le ve fuerza, en correspondencia con lo que dice” y Lena añade “… lo que está a la vista no necesita anteojos, falta mucho de campaña electoral y no duda que la gente lo va despedir del cargo”. Yo digo que la historia lo juzgará, y si por mi fuera lo pondría en el paredón de una vez, para decirle que no puede continuar…Y la señora Rosa cierra diciendo “que ella tiene su decisión tomada”.