Quizás Livia Acosta
no mide: “90-60-90”
Tal vez no ha visto en persona a Osmel Sousa y seguro por ser anti-imperialista tampoco conoce la serie James Bond el agente 007, sin embargo, desde el propio imperio norteamericano se encargó de perjudicar el nombre de Venezuela, realizando trabajos de espionaje junto al eje del mal, el cual es conformado por Cuba, Irán y nuestro país.
De acuerdo al demoledor documental “La amenaza iraní” transmitido por la cadena televisiva Univisión, la flamante ex cónsul venezolana en Miami, estaba implicada en actividades terroristas que intentaba atacar cibernéticamente los sistemas de seguridad de Estados Unidos, para posteriormente facilitar lo que es considerado por el Departamento de Seguridad de EEUU como un “acto de guerra” similar a los ocurridos el 11 de septiembre del 2001.
Desde el año 2006, el eje del mal planificó en México junto a un grupo de hackers de la Universidad Autónoma de México, la recopilación de datos informáticos para perpetrar la operación, los cuales son solicitados con mucho entusiasmo por la exfuncionaria Livia Acosta, para presentarlo como si se tratase de un botín, al presidente de la República Hugo Chávez, tal y como lo revela la grabación encubierta presentada por los estudiantes mexicanos en donde presuntamente aparece Acosta.
Razón por la que el Departamento de Estado le dio a la excónsul un plazo de 72 horas para que abandonara el país además de declararla “persona no grata”. Como era de esperarse el presidente Hugo Chávez, actuó para victimizar a la funcionaria sin tomar en cuenta aspectos suficientes para que al menos haya sido investigada. Más impunidad y complicidad enmarcada en una absurda y utópica lucha antiimperialista basada en una doble moral, pues el imperio norteamericano es uno de los principales compradores del petróleo venezolano, sin vivezas ni convenios secretos.
Pero no conforme con el comportamiento de Livia Acosta Noguera, la investigación revela cómo Venezuela se ha convertido en casa de movimientos islámicos radicales como Hezbolá, que de acuerdo al documental, son los principales beneficiarios de los vuelos de Conviasa en ruta directa Caracas – Teherán, lo más preocupante es que detrás de tanta “adoración religiosa” se esconde el más perverso negocio del narcotráfico y el lavado de dinero, comprometiendo a Venezuela cada día más.
En su reciente visita a Caracas, el mandatario Mahmud Ahmadinejad y Hugo Chávez, firmaron nuevos acuerdos de cooperación tecnológica, industrial, entre los que figuran la creación de un Grupo Binacional integrado por cuatro representantes de ambas naciones para identificar y evaluar las acciones de complementación de economías productivas, asegurando el cumplimiento de los objetivos binacionales.
Detrás de cada “bicicleta iraní” o un vehículo “turpial” se esconden las peores páginas de la reputación de un país que jamás se había involucrado con naciones que fomentan el terror y ponen en el peligro la paz del mundo. ¿Qué pensaría Simón Bolívar si viviera este espantoso contexto? Al final de cuentas, más allá de las características físicas de la funcionaria Livia Acosta Noguera, su actuación en Estados Unidos no le perjudicó el color del cabello sino que le permitió a Venezuela la calificación de cómplice del terror. De producirse un cambio de presidente en octubre del 2012, el nuevo mandatario tendrá que asumir el complejo reto de revertir el daño causado, así como revisar exhaustivamente los acuerdos que el país ha suscrito con tanta mala junta.
Por: ORIAN BRITO PEÑA
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EL UNIVERSAL
sábado 14 de enero de 2012