HomeElecciónesLuis Alfredo Rapozo: Todo es cuestión de intereses

Luis Alfredo Rapozo: Todo es cuestión de intereses

La tendencia marxista
militante siglo XXI

 

— Bien camaradas. Comencemos hablando de las lecturas que han hecho sobre el socialismo –decía la instructora del curso de teoría política-. ¿Quién ha leído el manifiesto comunista de Karl Marx?-preguntó directamente, dado el mutismo manifestado inicialmente-.

– La clase quedó inmersa en un profundo silencio y un frío de hielo se respiraba en el aula. La bella profesora, tomó una tiza y se dirigió a la pizarra y escribe “MAO TSE TUNG” e inmediatamente pregunta, “¿Alguien ha leído algún texto del camarada Mao Tse Tung, líder histórico de la revolución comunista China?”. No hubo respuesta. Los estudiantes de la prestigiosa Universidad Bolivariana se quedaron mudos nuevamente. Entonces, una arruga surcó la frente de la mujer, denotando una preocupación clara para programar su directriz y se dijo,” tendré que comenzar de cero con estos revolucionarios del siglo XXI”.

— Pongamos las cosas de la manera más elemental posible, queridos discípulos. No tengan miedo escénico. Si alguno de ustedes tiene temor de equivocarse en un concepto, no se preocupe; porque aquí estamos para aprender y mi interés en esta primera clase no es otro, que saber o tener una idea –mejor dicho- del nivel, que ustedes presentan en su formación teórica.

— Alguien me puede definir, ¿Qué es el socialismo?-preguntó directamente, tratando de descubrir un rostro lúcido con labios participativos.

– Nadie pidió la palabra.

-Levante la mano, aquel que milita o es simpatizante del partido socialista –indicó brevemente-.

Entonces, todos alzaron la mano y expresaron una sonrisa.

-Aja, muy bien compañeros. ¿Dígame, por qué se es socialista?

– Porque estamos con el comandante-presidente, profesora –contestó un moreno con bigotes de Emiliano Zapata-, y queremos combatir a la Oligarquía y a la “cuarta república”, que han sido lacayos del imperio.

Debo interpretar entonces, ¿Qué ustedes no han leído sobre el socialismo, pero que se sienten socialistas y revolucionarios?-preguntó-

– Si profesora- contestó una señora con voz de “come-candela” de un consejo comunal-, con el presidente, estamos “resteados”, porque es el único que escucha a los pobres y nos ha tendido la mano; tenemos los médicos cubanos, nos ofrece casas dignas, nos da las misiones, comida barata en Pdval, pensiones, oportunidades de trabajo con el gobierno, ayudas y posibilidades de estudio.

— ¿Y si el presidente no te da nada, te sentirías socialista?- preguntó la profesora, sondeando a la señora-.

– Si el presidente no nos cumple, le quitamos el voto, profesora –respondió como un látigo-.

– Pero, eso no es ser socialista –dijo la profesora-. Estás condicionando tu posición política a lo que te puedan dar.

– Yo no necesito leer a Marx, Lenin, ni a Mao, para fijar mi posición profesora. Si el gobierno no me cumple, entonces le retiro mi apoyo y el presidente lo sabe.

-Eso significa que tú eres una interesada- respondió la profesora-.

-Tal vez lo sea profesora, pero el presidente también. Yo seré hasta pro-iraní, mientras me den.

II


La decepción a flor de labios.

Esa experiencia en la clase la dejó con “la quijada en el piso” y así se lo hizo saber al profesor Damián, mientras tomaban unas tazas de café cerca de la Universidad.

-Fue algo desconcertante –explicaba la profesora-, que de una manera tan franca los alumnos hablaran sin ideales, nada que ver, como se hacía en tiempos pretéritos, cuando nosotros estudiábamos con aquel amor por la revolución. Ellos no saben qué es exactamente la revolución. Solo manifiestan que su voto vale y lo quieren hacer valer en conjunto.

-Esa actitud la conseguirá cualquier candidato que venga a conquistar esos votos-le respondió el profesor Damián-. Y es que se ve en los mismos refugiados que esperan su casa, metidos en un galpón y pasando trabajo. Si el gobierno no cumple su oferta, la gente se voltea, pero rapidito y sin mucha reflexión teórica.

-Eso quiere decir que la revolución está guindando de un hilo-opinó la profesora—.

-Estoy seguro-dijo el profesor Damián-. Si con los mismos militares que apoyan al Presidente pasa lo mismo. Si tú no le aumentas a los militares, ni le das carros iraníes, ni le construyes apartamentos, entonces, puedes escribir que habrá descontento.

– Es cierto, y si hay casos de corrupción que hacen temblar el piso, más aún.

– En ese sentido aquí no ha cambiado nada-dijo Damián-. Hay ministros que vivían en un apartamentito de la populosa parroquia de El Valle y ahora viven en una hermosa quinta de Colinas de Bello Monte. La suerte le tocó la puerta y ni corto ni perezoso aprovecha al máximo la oportunidad.

– Todo el mundo sabe que la familia Chávez ahora es propietaria de tierras y bienes en Barinas y ningún revolucionario, pide una averiguación seria-. Ha habido múltiples manifestaciones de funcionarios rojos metiendo mano en el tesoro público y nadie dice nada.

-Está claro que vivimos en una sociedad de cómplices-dice el profesor Damián-, y siempre será así, porque ha cambiado poco la cultura de la gente.

-Entonces, seguimos en la cuarta república -afirmó la profesora-.

-Cuando la gente deje de creer que al Presidente lo tienen engañado, nos quedaremos sin piso, porque todos los descontentos con el proceso crecerán con la furia de un volcán y se llevaran la revolución al mismísimo fin del mundo.

-¿Qué hago con mi trabajo, con mis clases, mis alumnos?-preguntó la profesora-.

– Sigue trabajando y cobrando-le respondió el profesor Damián-, que si me dan un cargo bueno en el Ministerio, te vienes conmigo y allí nos ponemos las botas.

-¿Y el ejemplo hacia los demás?-preguntó la bella profesora-.

-El primero que no da el ejemplo es el mismo comandante, que maneja fondos inauditables y no rinde cuentas a nadie, como si todo fuera de su patrimonio personal -dijo el profesor Damián con la decepción a flor de labios-.


Por: Luis Alfredo Rapozo
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@luisrapozo