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Thursday, November 21, 2024
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Andrés Oppenheimer: ¿Qué busca Ahmadinejad en América Latina?

“Todavía hay quienes lo
reciben como un héroe..”

 

Esta semana el presidente Irání Mahmoud Ahmadinejad estará visitando Latinoamérica por quinta vez desde el 2007, con la misma frecuencia que lo han hecho los presidentes de Estados Unidos durante el mismo período, y visitando más países que estos últimos. Debe tener poderosas razones para pasar tanto tiempo en la región.

El viaje de cinco días de Ahmadinejad a Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador —un periplo que la presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la republicana Ileana Ros Lehtinen, ha denominado “la gira de los tIrános”— se produce en un momento de crecientes tensiones internacionales en torno al programa nuclear Irání.

Estados Unidos y los 27 países de la Unión Europea han anunciado nuevas sanciones económicas a Irán, incluyendo un posible embargo petrolero europeo, tras el informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica de las Naciones Unidas confirmando temores de que Irán estaría engañando al resto del mundo y desarrollando una bomba nuclear en violación de tratados internacionales de no proliferación. Irán, a su vez, está amenazando con cerrar el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 35 por ciento del petróleo del mundo, si las sanciones económicas afectan sus exportaciones de petróleo.

En la comunidad diplomática estadounidense hay dos grandes teorías sobre las motivaciones del viaje de Ahmadinejad:

Los “duros” en política exterior, incluyendo a los principales candidatos presidenciales republicanos, dicen que la presencia reiterada de Ahmadinejad en Latinoamérica es una demostración de poder por parte de un régimen terrorista.

“Los Iráníes se ven a sí mismos como una potencia global, y en este momento se sienten ganadores”, dice Roger Noriega, republicano de línea dura que dirigió la oficina de asuntos latinoamericanos del Departamento de Estado durante la presidencia de George W. Bush. “Sienten que han bloqueado la presencia estadounidense en Irak, están trabajando para socavar el acuerdo de Estados Unidos con Afganistán, y quieren desafiarnos en nuestro propio vecindario”.

Según Noriega, Irán está recibiendo ayuda de Venezuela, y tal vez de Ecuador, para extraer uranio para su programa nuclear. Además, Irán está construyendo una red de agentes locales en Latinoamérica para atentar contra blancos de Estados Unidos y de Israel en la región en el caso de que se produzca un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes, dice Noriega.

Estados Unidos y varios otros países desde hace tiempo han calificado a Irán como el mayor propulsor del terrorismo en el mundo. Irán proporciona armas a diversos grupos terroristas, incluyendo a Hezbollah, además de estimular activamente los atentados suicidas en Medio Oriente y abogar por la destrucción de Israel. La justicia de Argentina también ha acusado a Irán y a Hezbollah de llevar a cabo sangrientos atentados contra instituciones judías e israelíes en Buenos Aires en 1992 y 1994.

Por su parte, los moderados en círculos diplomáticos de Estados Unidos apoyan la vision del Departamento de Estado, según la cual la visita de Ahmadinejad a Latinoamérica es un signo de debilidad del presidente iraní.

Según esta interpretación, Ahmadinejad está cada vez más aislado a nivel nacional e internaiconal, y está tratando desesperadamente de proyectar una imagen de fuerza mostrándoles a sus compatriotas que es recibido con todos los honores en el extranjero.

En su país, Ahmadinejad ha perdido el apoyo del líder supremo, el ayatola fundamentalista Alí Jamenei, y a la vez enfrenta un desafío creciente de los líderes reformistas como el candidato presidencial Mir Hossein Mousavi. Simultáneamente, su mayor aliado, el régimen de Siria, esta jaqueado por una revuelta interna.

Cuando le pregunté por el viaje de Ahmadinejad, un funcionario de alto rango del Departamento de Estado en Washington me dijo que se trata de un esfuerzo por quebrar su aislamiento interno y externo. En cuanto a las afirmaciones de que Irán está recibiendo cooperación nuclear de Venezuela y creando potenciales redes terroristas en la región, el funcionario dijo: “La amenaza de Irán a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos en Latinoamérica está latente, no activa”.

Mi opinión: tiendo a coincidir con los moderados en el que el dictador fascista Iráni está tratando de demostrarle a su país que no es un paria en el mundo, y que todavía hay quienes lo reciben como un héroe.

Pero es lamentable que varios presidentes latinoamericanos estén recibiendo con alfombra roja a un dictador sanguinario que según Amnistía Internacional “reprime severamente” las libertades fundamentales y que ha ejecutado a 552 personas el año pasado, más que cualquier otro país, exceptuando China. Y es peligroso que le abran campo en la region a la cabeza de un régimen que como política de estado promueve el terrorismo y la aniquilación de otros países.

Recibir bien a Ahmadinejad en Latinoamérica es importar un conflicto extranjero que -como lo demostraron los atentados de la década de 1990 en Argentina- le puede costar muy caro a la región.


Por: Andrés Oppenheimer
aoppenheimer@MiamiHerald.com
@oppenheimera