La búsqueda de éxtasis mezcla
dolor, sufrimiento, con goce
■ Recientemente el subsecretario argentino Heyn murió en un juego sexual.
En las pericias se halló semen y las huellas indicaron que estaba solo. El responsable de comercio exterior apareció ahorcado en un hotel de Montevideo durante la celebración de la cumbre del MERCOSUR. La Justicia trabaja en el hecho de que fue encontrado ahorcado y desnudo, y en el análisis de los fluidos (semen) que se encontraron en la habitación.
■ Cuando, el pasado 3 de junio en 2010, David Carradine fue hallado sin vida en un cuarto del Swisshotel, en Bangkok, nadie pensó en el suicidio.
El cuerpo del actor de 72 años de edad, célebre por su papel en Kill Bill, de Tarantino y más en la serie televisiva Kung Fu yacía desnudo y acurrucado en el closet, con un cordel de nailon atado a su pene y otro alrededor del cuello.
Al investigar, la policía tailandesa no tuvo reparos en concluir que el fallecimiento se debió a “suicidio por masturbación” y antes de que las risas echaran por tierra la labor detectivesca, un experto se apuró en afirmar que el artista no sobrevivió a un juego sexual que, ejecutado en solitario, puede ser altamente peligroso: la asfixiofilia.
“Se trata de una inusual práctica que lleva al individuo a provocarse la muerte o a que se la produzcan”, explica el doctor Gerardo Giménez Ramírez, especialista en sexología médica y psicoterapia, y para quien todo aquel que la emplea oculta una fijación: obtener placer en su máxima expresión. “Como su nombre lo indica, es fijación por asfixiarse, y lograr, quizás, con ello el placer infinito. Algunos piensan que es la única forma de sentir placer”.
A pesar de que no figura en el índice de las prácticas comunes, como el sadomasoquismo, las parafilias u otras desviaciones sexuales, la asfixiofilia ha tomado en estos tiempos sin tabúes inquietante presencia en los círculos juveniles. En el party sex es ingrediente del cóctel de aventuras que rozan el límite de lo prohibido y terminan mal. El peligro del juego es que el participante puede desmayarse o calcular mal el tiempo de reacción para zafarse en mitad del orgasmo y, con la muerte súbita, los testigos desaparecen de la escena. Total: un crimen que no quiso serlo.
Mientras menos se hable, mejor:
Asfixiofilia, hipofixilia o kotzwarraismo son algunos de los nombres que ha recibido la asfixia erótica. La teoría reforzada por la leyenda urbana explica que la práctica restringe aporte de oxígeno al cerebro, presionando las arterias carótidas, y al operar como estrangulamiento moderado, produce una sensación orgásmica muy intensa. Puede llegar a provocar un estado de semiinconsciencia y, obviamente, ante el más mínimo exceso, la muerte.
En el siglo XVII ciertos médicos la recomendaban para tratar la disfunción eréctil, al ver que los ahorcados tenían erección y eyaculación en abundancia. ¿Incómodo, verdad? Por eso, cuando David Carradine fue visto en esa condición se cerró el caso como “accidente”. Era embarazoso para su familia. Igual pasó con el líder del grupo INXS, Michael Hutchence. En 1997, el ex novio de Kylie Minogue murió en la habitación del hotel, desnudo y con sus genitales atados.
La versión oficial selló el asunto como suicidio por drogas.
En la película El imperio de los sentidos, basada en una historia real, Kizichizo Ishida y Sada Abe realizan maratónicas jornadas sexuales. Cansado, él le pide que lo estrangule durante el orgasmo, lo que Sada hace varias veces hasta matarlo.
El médico Giménez Ramírez no avala semejante práctica como sana. Aunque se dice que el asfixiofilio maneja códigos en los que sabe hasta dónde llegar, esa búsqueda de éxtasis total es una mezcla de dolor, sufrimiento y placer, con un trágico final.
“Uno no puede decir que se trate de un suicidio, si no se hace con la intención de producirse la muerte, pero en la mayoría de los casos se pasan de límites; lo que sí creo es que quienes ejecutan tales actos deben hacerse una evaluación psiquiátrica. Son prácticas sexuales extremas, que pueden producir sufrimiento, y el sufrimiento en ese disfrute no es lo más adecuado.
Habría que hacer estudios exhaustivos. Podrían tener problemas mentales, traumas de la infancia o la adolescencia, o antecedentes de enfermedad psiquiátrica”.
El analista John Money cita en su libro The Breathless Orgasm (El orgasmo sin aliento) experiencias de un paciente cuyo nombre nunca reveló y que evocaba las primeras imágenes infantiles y de la niñez, al erotizar el estrangulamiento y revertir el sufrimiento en placer. Lo peligroso de la práctica es la difusión sugerida, como ocurre con la famosa serie de MTV Jackass, donde unos jóvenes alocados se infligen dolor en actividades de alto riesgo para divertir a los televidentes.
“Sobre esto se habla poco, porque no se ha podido determinar si lo practican más las mujeres que los hombres.
Es una práctica heterosexual.
Ahora bien, como las situaciones han cambiado, puede ser que ocurra más en jóvenes, aunque esto no se ha comprobado”, explica Giménez Ramírez.
¿Mal envuelto en placer? Bien lo decía un personaje shakesperiano: El sexo es una batalla… algunos podrían salir lastimados.
Por: ELIZABETH ARAUJO
Salud | Sexo
EL NACIONAL