Cifras oficiales señalan que el número
de asesinatos supera a los del 2010
■ Hasta ahora se anotan más de 5 mil protestas de calle.
■ Un escándalo tras otro, denuncia tras denuncia, dramas, sorpresas, ajustes, tragedias.
■ En el Observatorio Venezolano de la Violencia estiman que el saldo final de víctimas pasará de 19 mil.
Con récord de venezolanos asesinados y de número de protestas, además de escasez de alimentos, cerrará el año en el que el Presidente Chávez se topó con un nuevo e imprevisible enemigo.
Ya nos hemos acomodado en el país de los sobresaltos. Y el año que está a punto de terminar nos mantuvo en vilo constante. La lista a continuación no se ocupa de todo, es una selección de asuntos que seguramente coparán la agenda del venidero 2012.
La enfermedad:
Alrededor de las 9 de la noche del 30 de julio el propio Hugo Chávez se encargó de confirmar lo que ya entonces era un rumor indetenible. En cadena nacional, pero transmitiendo desde La Habana, se le vio como nunca antes: perturbado, pausado, delgado y cariacontecido, leyendo un breve discurso en el que reconocía que los médicos habían encontrado en su cuerpo “la existencia de un tumor abscesado con presencia de células cancerígenas”.
Había pasado muchos días en silencio. Muchos, claro, tratándose de Chávez. El Presidente había llegado a Cuba el 8 de junio, como último destino de una gira que lo llevó a Brasil y a Ecuador. Se trataba de una visita de trabajo en la cual “revisaría” con Raúl Castro algunos de los acuerdos bilaterales más importantes, como los referidos a refinerías e inversión en telecomunicaciones, además de la creación de una academia militar con “doctrina latinoamericana”.
El 10 de junio circuló la versión oficial de que Chávez había sido sometido a intervención quirúrgica debido a un “absceso pélvico” y se esperaba que pronto estuviera en condiciones de regresar a Venezuela. Desde La Habana promulgó una Ley de Endeudamiento y ordenó a su equipo acelerar “todas las misiones, todo eso”. Se discutió entonces sobre la legalidad de su ausencia y sobre el hecho de que emitiera decretos desde territorio extranjero.
Ya para los últimos días de junio arreciaron los rumores sobre el cáncer, alimentados además por El Nuevo Herald, de Miami, que aseguraba que su estado era “crítico”. Voceros del Gobierno, como el presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Soto Rojas lo desmentían: “Yo sería el primero que le informaría al país. Chávez se está recuperando y lo tendremos aquí, Dios gracias, el 5 de julio”, dijo, al tiempo que se organizaban misas y rituales indígenas para pedir por la salud del mandatario. En realidad, ni Soto ni buena parte del tren de Gobierno conocían la verdad sobre la salud de Chávez.
Con los rumores y las “informaciones de inteligencia”, aparecieron además múltiples especulaciones sobre la “sucesión”, como si se tratara de un asunto monárquico. Se barajaban los nombres de los hombres fuertes del momento: Nicolás Maduro y Elías Jaua. Incluso los de Diosdado Cabello y Adán Chávez.
Hasta que el 30 de julio apareció el comandante y dio la información a su manera. Dijo que tras la operación por el absceso recibió la noticia de parte de Fidel Castro sobre “otras formaciones celulares no detectadas antes”. Una segunda intervención quirúrgica, explicó, “permitió la extracción total de dicho tumor”.
A partir de ahí, los “análisis” sobre la enfermedad del Presidente marcaron el resto del año, combinando aproximaciones políticas con muchas otras de médicos supuestamente bien informados. Chávez retornó al país de manera sorpresiva en la madrugada del 4 de julio y ese mismo día dio un discurso desde el Palacio de Miraflores para mostrarse ante sus seguidores en plena recuperación. Pero aún hoy no se conoce la verdadera magnitud de su dolencia y las especulaciones dentro y fuera del país ya son cosa cotidiana.
En 2011 Chávez se topó con un nuevo e imprevisible adversario -el cáncer- al que dice estar derrotando con la mira puesta en la próxima contienda electoral.
Todos protestan:
Si bien las cifras aún no pueden consolidarse como cierre de 2011, éste ya ha quedado inscrito como el año con mayor cantidad de protestas ciudadanas de la larga gestión de Hugo Chávez. El informe de la ONG Provea, que abarca octubre de 2010 hasta septiembre de 2011, en su capítulo sobre el derecho a la manifestación pacífica contabiliza 4.543 manifestaciones realizadas en ese periodo (el anterior fueron 3.315).
“La cifra es superada por quinta vez de manera consecutiva”, dice el documento: “El descontento de la población con la gestión de gobierno tiene como origen la ausencia de políticas públicas integrales con enfoque de derechos humanos, así como en la internalización del derecho constitucional a la manifestación pacífica”.
Si bien el texto de Provea registra como elemento positivo la disminución en el número de manifestaciones reprimidas (134), advierte sobre la estrategia oficial de criminalización de la protesta que consiste, en esencia, en procesar por delitos comunes a manifestantes. “El movimiento de derechos humanos venezolano ha denunciado en instancias nacionales e internacionales que en el país hay más de 2.500 personas sometidas a esta política criminal”.
Los trabajadores se mantienen en la punta de la lista en cuanto a frecuencia de protestas con 1.995 aciones de calle (44%). En segundo lugar están los vecinos, con 1.614 y en tercer lugar los estudiantes con 402 manifestaciones.
A esto hay que añadir las cifras de octubre, las más recientes anotadas por el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social. 489 protestas registraron ese mes: 193 por derechos laborales; 155 exigiendo viviendas; 117 más por inseguridad, derechos de personas privadas de libertad, participación política y exigencias de justicia. Las restantes 24 fueron por diversos asuntos educativos.
Octubre, además, consolida a los trabajadores como “el actor social con mayor conflictividad por décimo mes consecutivo”. Y el Observatorio contabilizó 149 huelgas de hambre a lo largo de 10 meses, protagonizadas principalmente por presos y sus familiares.
Matar, matando:
2011 quedará para la historia como el año en el que, finalmente, el Gobierno presentó cifras sobre los índices de asesinatos. El 7 de febrero, en la Asamblea Nacional, el ministro de Interior, Tareck El Aissami defendía los “logros” de la revolución en materia de seguridad, pero tuvo que reconocer lo más incómodo: “La tasa en Venezuela es de 48 homicidios por 100 mil habitantes, y sigue siendo alta porque está por encima de la media en Latinoamérica, esa es la verdad”.
La cifra corresponde al año 2010, pese a que una encuesta del INE divulgada por El Nacional, arrojaba una tasa de 75 homicidios por cada 100 mil habitantes para el periodo comprendido entre julio de 2008 y julio de 2009.
Lo dicho por el ministro permite a los investigadores del Observatorio Venezolano de Violencia estimar que “aceptó” que en 2010 hubo 13 mil 890 asesinatos.
El cálculo propio del OVV es de 17 mil 600. Su expectativa de cierre para 2011 es de 19 mil venezolanos asesinados, sin contar a los muertos en enfrentamientos con agentes policiales. Eso nos deja con una tasa de 60 asesinatos por cada 100 mil habitantes. Y para Roberto Briceño León, es un cálculo “conservador”.
Según estadísticas de la policía científica divulgadas por El Universal, entre enero y hasta el 30 de noviembre, habían sido asesinadas 15.360 personas en todo el país. En Caracas sumaron 2.900 asesinados a balazos.
Esto se traduce en que hasta noviembre -y nada hace prever que mejorará al cerrar diciembre- Caracas registra 58 homicidios por cada 100 mil habitantes y Venezuela una tasa de 53 por cada 100 mil habitantes. Eso, sin contar los 487 internos asesinados en las prisiones del país hasta el mes de octubre.
La que se fue:
No es la primera vez que la leche desaparece de los anaqueles criollos. Pero 2011 ha sido uno de los peores años en este sentido. El presidente de la Federación Nacional de Ganaderos, Manuel Cipriano Heredia, enumeró algunos factores que explican la escasez: la acumulación de largo tiempo trabajando “a pérdida”, el control de precios -aunque sobre la leche en polvo “el Gobierno nacional permitió un aumento de 31,8% solo para consumidores y no para los productores”-, y el hecho de que el Estado sea el único importador del producto y -según Heredia- “solamente le da un 20% de esas importaciones al sector privado”.
El ministro de Agricultura y Tierras, Juan Carlos Loyo, piensa distinto. Sus declaraciones apuntan a que no se trata de un problema de control de precios sino de especulación. Eso, por una parte. Por la otra, atribuye la ausencia de leche a la forma en que los venezolanos la consumen. Así: “no consumimos la mayor parte de leche líquida que se produce en el país, que es a través del proceso de pasteurización, sino que tenemos un tipo de consumo que es la leche en polvo que requiere un proceso agroindustrial distinto (…) que impide el aprovechamiento de la leche fresca y por eso tenemos que importar”.
Y también al efecto mediático combinado con mayor poder adquisitivo: “Hay una cierta manipulación en el consumo. Se llevan más de lo que necesitan porque decían que iba a escasear. El consumo está inducido, la gente hace compras nerviosas, dura dos y tres días. Además se ha recuperado el poder adquisitivo y el pueblo puede ir a comprar más alimento”.
Un estudio reciente de Datanálisis (noviembre-diciembre) situó en 79,8% la escasez de leche. Y hasta finales de noviembre el Gobierno había incautado 260 mil kilos de leche en polvo supuestamente acaparada.
Todo para los chinos:
El 23 de noviembre Pdvsa firmó dos nuevas líneas de financiamiento con China por 6 millardos de dólares. También el Estado firmó la renovación del llamado Fondo Pesado, por 4 millardos, un crédito que obliga a enviar a China 410 mil barriles diarios de petróleo.
Son 32 millardos de dólares lo que involucran los préstamos a través de una “arquitectura financiera” organizada en Fondos pesados I y II y el Fondo de Gran Volumen y Largo Plazo; y que en buena medida se cancelan con petróleo.
Mucho se han criticado estas operaciones, pero en noviembre el diputado Miguel Angel Rodríguez presentó documentos internos en los que se evidencia que Pdvsa no está en capacidad de asumir semejante nivel de deudas -la intención del Gobierno sería elevarla en 116 mil millones más- y denuncia que la operación encubre un mecanismo que le permite al Presidente Chávez manejar los recursos como un presupuesto paralelo fuera de todo control formal.
Por: Oscar Medina
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