“En estos días en que celebramos
el nacimiento de Jesús…”
Me parece que es bueno preguntarnos por el sentido de esta fiesta. Para ello nos ayuda San Atanasio de Alejandría, un Padre de la Iglesia oriental del siglo IV, quien afirmaba con audacia que “el Verbo de Dios se hizo hombre para que nosotros llegáramos a ser Dios”.
San Atanasio nos transmite una visión cristiana de Dios, pero también una determinada manera de ver a la persona humana.. Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios. ¡Qué sublime dignidad de la persona humana, llamada a tan alta vocación! Nos reconocemos peregrinos hacia Dios, junto con todos los hombres y mujeres del planeta.
Nos sentimos hermanos y hermanas, compartiendo no sólo nuestra común humanidad, sino también nuestro futuro. Pero cuando meditamos en la maravillosa dignidad de la persona humana, enseguida nos interpela la realidad de nuestras sociedades.
Resulta difícil hablar de dignidad cuando 1,400 millones de personas deben vivir con menos de un dólar al día. O cuando los derechos humanos se ven pisoteados continuamente. O cuando la violencia y la corrupción arrastran con su espiral de odio a personas inocentes.
Como creyentes en Jesucristo, nos sentimos no sólo interpelados, sino comprometidos ante el dolor ajeno. Así lo recordaba John Donne, un poeta inglés de finales del siglo XVI: “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
El mensaje de Navidad es que hay lugar para la esperanza, pese a tantos signos en contra. Los datos que disponemos sobre la realidad social nos abruman, pero una mirada más profunda nos abre a la esperanza.
Por todas partes se ven brotar signos de fraternidad universal: personas concretas que se comprometen, tantas veces de forma anónima, para hacer posible que otras personas puedan no sólo reconocer sino también gozar de su dignidad como hijos e hijas de Dios.
Incluso en medio de las situaciones más duras y terribles, hay lugar para la esperanza. ¿Vamos a continuar dejándonos interpelar por Jesús de la Divina Misericordia durante el próximo año 2012? ¿Seremos capaces de avanzar sin miedo hacia nuevas tierras? Con la respuesta de nuestras vidas vamos a “ayudar a Dios” a tomar carne y a construir el Reino. Y haremos que la Navidad no se limite a un solo día y que sea realmente radiante. Feliz Navidad amigos lectores.
Por: Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito