Artillería de Oficio
El acto de “reencarnación” en el cual se estrenó el sarcófago de Simón Bolívar, recubierto con oro, perlas y diamantes, debería ser analizado por psiquiatras. Las palabras del presidente Chávez donde recordó la exhumación de los restos del padre de la patria, fueron reveladoras de algún desorden mental o de un grave disturbio en su conducta. El Presidente reveló lo que sintió cuando vio el esqueleto del Libertador: “Me pareció un niño cuando lo vi. Me provocó cargarlo”; sólo le faltó confesar que le cantó una canción de cuna y lo arrulló, como trascendió luego, en boca de algún edecán, impresionado con semejante visión y truculencia.
Es alarmante el desorden que observamos en su sistema nervioso, agravado seguramente por el tratamiento del cáncer y las sesiones de quimioterapia.
En cada natalicio o aniversario de la muerte del Libertador Simón Bolívar, el Presidente sufre alteraciones mentales, se siente poseso por el espíritu del gran prócer y afirma que es él “quien comanda sus proyectos”, de modo que el Panteón Nacional se ha convertido en un centro de comunicación con el otro mundo, donde Hugo Chávez habla directamente con el padre de la patria y recibe sus directrices. ¿Será que Bolívar tampoco cree que murió tuberculoso y le ha instruido para volver a investigar las causas de su fallecimiento, hasta demostrar su asesinato y castigar a los culpables? ¡Qué locura! Resulta delirante la identificación cada vez más obsesiva con Bolívar.
Desde hace años, algunos psiquiatras vienen indicando la supuesta personalidad narcisista-histriónica del líder bolivariano, pero algunos se han dejado amedrentar por un comunicado del Ministerio de Salud, enviado en febrero de 2008, por el coordinador nacional del Área de la Salud Mental, el doctor Lionel Muñoz Coll, advirtiendo a los profesionales de la psiquiatría “no usar sus conocimientos a través de medios de comunicación para irrespetar y lesionar la majestad del Presidente o de miembros del Gobierno”, con la intención además de impedir cualquier iniciativa que conduzca a la conformación de una junta médica que defina si existe una causal, física o mental, para declarar una falta absoluta del Presidente, como está previsto en la Constitución Nacional.
El profesional de la medicina que se arriesgue a diagnosticar su enfermedad, física o mental, tendrá que irse de Venezuela, como hizo el doctor Salvador Navarrete, después de que dio el parte médico sobre el cáncer presidencial, o, de lo contrario, tendrá que asumir las consecuencias, a sabiendas de que el Tribunal Supremo de Justicia, el Poder Judicial y la Fiscalía General de la República no hacen otra cosa que criminalizar a quienes expresen libremente su opinión y revelen con base en sus conocimientos científicos los trastornos, por demás visibles, que sufre el Presidente de la República, y que indican que no esta en condiciones para gobernar.
Tic tac:
Hugo Chávez le puso un “detente” al sucesor in pectore Nicolás Maduro para sustituirlo como candidato presidencial si la enfermedad le impide su participación. El secretismo, no sólo disparó todo tipo de conjeturas sobre su estado de salud, sino sobre el nombre del sucesor. Chávez ha dejado con los crespos hechos a todos los aspirantes, entre ellos a su hermano Adán y al actual vicepresidente, Elías Jaua. Con el anuncio de que el más carismático de los aspirantes, el canciller Maduro (a quien la opinión pública nacional e internacional daba como seguro sucesor) sí será candidato pero a gobernador de Carabobo, Hugo Chávez confirma de manera rotunda que mientras esté con vida no delegará el poder. Pero lo que es seguro es que en el oficialismo comenzaron a preparar el relevo.
Por: MARIANELLA SALAZAR
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