¿Hasta cuando la vergüenza;
Investigar a la Guardia?
El problema más grave que sufre el país no es la conducción improvisada de los asuntos públicos, la ineficiencia en el manejo de los dineros del Tesoro Nacional o la indisciplina fiscal, sino la quiebra de los valores que son inherentes a un Estado serio y responsable. Ayer los venezolanos leímos con asombro cómo salen a Colombia los alimentos que no se consiguen en los abastos y bodegas, y que son pasados de contrabando al otro lado de la frontera en volúmenes tan grandes que no pueden trasladarse sin que exista una complicidad interna.
Este es el lado flaco de la revolución que ha pervertido todos los escalones sociales de nuestro país. Por todas partes estallan escándalos de negocios sucios y acumulación de riqueza que obligan a la gente a preguntarse si esta administración bolivariana no tiene límites morales y éticos, si llegó al poder para saquear el tesoro público y “acomodarse bien”, como hacían los perezjimenistas durante la dictadura.
Contra esa corrupción en la administración pública y en la conducción del Estado se levantó un pueblo obstinado ante tanto descaro, con el apoyo de las Fuerzas Armadas cansadas también de ese saqueo de los dineros públicos y de tanta ostentación de riqueza mientras un pueblo sufría hambre y pobreza, a la vez que era reprimido por los cuerpos de seguridad.
La lección de esos días de diciembre de 1957 parecen no comprenderse en la actualidad. Es necesario que el Gobierno dé un golpe de timón y se dirija a una sociedad más libre y limpia de corruptelas. El Gobierno sabe perfectamente bien que los venezolanos están hartos de las redes de corrupción.
En este momento, en el cual nadie sabe cómo terminará su vida, en un hospital (que ya no existen) o violentamente a las puertas de su casa, lo menos que se le puede pedir al jefe del Estado es que se ocupe de la salud social de Venezuela.
De la inseguridad, de la red de corruptos que pululan en los ministerios pidiendo comisiones y de los jefes policiales que se vinculan, presuntamente, a actividades tan nocivas como el narcotráfico.
Cuando los venezolanos miran lo que sucedió en enero de 1958, piensan en la gran esperanza que significó para todos el hecho de que se le diera fin a tantas desgracias y que se devolviera el poder al pueblo y a la voluntad del voto. Desde luego, hoy no vivimos una situación como tal, es innecesario decirlo.
Venezuela tiene canales democráticos que deben transitarse disciplinadamente porque así lo impone la Constitución que todos votamos mayoritariamente para que así se cumpliera.
La Fuerza Armada, tan amada y tan querida por el pueblo hace tanto tiempo, sufre una mengua en ese cariño. Un sentimiento injusto porque en la FAN prevalece el carácter democrático, la necesidad de un país abierto y libre. Como los venezolanos queremos.
Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL