Artillería de Oficio
La verdad es que nunca me acostumbré, cuando viví un año en Costa Rica, a escuchar a los ticos por más entrañables y cultos que fuesen utilizar reiteradamente en todas sus conversaciones, incluso en tertulias transmitidas en medios audiovisuales, el término “puta”, para abreviar la frase soez de “hijo de puta”.
Los ticos lo dicen sin intención alguna de insultar y continúan sin inmutarse al pronunciar la expresión altisonante, y la repiten hasta el cansancio, con las más diversas e insólitas variantes: ¡jueputa!, ¡juepucsia!, ¡juepucta!, ¡juepucha!, ¡juepuch!, ¡juepuya!, ¡juepuchis!, ¡puchis!, ¡púchica!, ¡put!, entre otras que en este momento se me escapan. Para los ticos y otros centroamericanos, en modo alguno se trata de una ofensa con intención denigratoria, es una voz de menor cuantía que simplemente utilizan como muletilla. Para los venezolanos el vocablo siempre ha sido, y será, una injuria atroz. Según la Academia: “Es probablemente el dicterio más común y violento del castellano”, así que, aunque vengan una y mil juezas, con sus decisiones “jueputescas”, a promover el abuso de poder, la impunidad y consagrar el insulto como un valor entendido y exclusivo en el oficialismo y animarlos legalmente a seguir expresándose en cuanto foro, programas o cadenas presidenciales como si estuvieran en bares de mala muerte o en burdeles de suburbios, el resto de los ciudadanos no estamos obligados a aceptarlo.
Habría que reclamarles a los denostadores de oficio un poco más de agudeza, que sepan usar con los adversarios cierto ingenio y tener a mano algunos argumentos considerables y los recursos tan ricos que ofrece nuestro idioma. Lo de “hijo de puta” es una soberana vulgaridad y una afrenta propia de los patanes que se niegan a usar el desodorante de la buena educación.
Tic tac
El homenaje celebrado el sábado pasado en la plaza Manuel Marulanda, en La Cañada del 23 de Enero, al caído jefe de las FARC alias “Alfonso Cano” tuvo la protección y seguridad de los organismos de inteligencia venezolanos y de algunos generales comprometidos con el narcoguerrilla colombiana interesados en que las FARC no desaparezcan.
Aunque el homenaje disgustó sobremanera al presidente Santos, tuvo que ordenar al vicepresidente, Angelino Garzón, para que diera unas declaraciones exonerando al gobierno de Chávez de tener alguna responsabilidad y justificando a “su nuevo mejor amigo” al afirmar que ese acto “no compromete al Gobierno venezolano”.
Aunque las FARC declaran que no se rendirán, hay miembros del secretariado que sí quieren negociar con el gobierno de Santos, quien ha solicitado la intermediación del presidente Chávez. Éste ha obtenido todas las garantías para no volver a hacer el ridículo universal como le sucedió en su fracasada intermediación con las FARC para la entrega de Ingrid Betancourt, Clara Rojas y de su pequeño hijo Emmanuel. Santos no es Uribe, piensa que es de sabio unirse al enemigo externo si no se puede con él.
Juglar de las FARC: el Gobierno venezolano no entregará al guerrillero Guillermo Enrique Torres, alias “Julián Conrado”, el principal compositor musical de las FARC, como lo ha solicitado el gobierno de Santos. El “cantor bolivariano” vía telefónica desde la cárcel en la cual seguirá como medida para evadir su entrega participó en el homenaje a Alfonzo Cano y expresó la importancia de la guerrilla y del pueblo colombiano. Finalmente, entonó a capella el himno de las FARC y otros temas en homenaje al jefe guerrillero abatido.
Por: MARIANELLA SALAZAR
msalazar@cantv.net
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