Tiempos de cambio
En un reciente artículo dije, y lo sostengo, que siempre es preferible el peor debate al mejor de los monólogos . Para la salud democrática de nuestro país es un hecho altamente positivo y reconfortante que quienes aspiran a competir con Hugo Chávez por la Presidencia de la República asuman la discusión pública de sus propuestas. Pero…
Tal vez el modelo escogido para que cada aspirante exponga sus puntos de vista no ha sido el mejor, o al menos el que ofrezca una puesta en escena que permita entrar en mayores detalles sobre lo que cada uno de ellos ofrece al país.
En mi opinión, el esquema de ambos “debates” no ha dejado espacio para que libremente Henrique Capriles, Pablo Pérez, Pablo Medina, Leopoldo López, María Corina Machado y Diego Arria vayan más allá de ideas generales que sustenta cada uno y entren en el nivel de detalle que también es necesario para que el electorado pueda tomar una decisión. Por eso, el estilo, el modo de decir las cosas, sigue siendo más evaluado que los contenidos.
En esencia no ha habido debate como tal, sino una exposición de ideas muy generales a partir de las preguntas formuladas por el panel. No han entrado en mayores detalles salvo en el caso de Pablo Medina y Diego Arria, que coinciden en la necesidad de una nueva constitución y que insisten enfocarse en temas que , en lugar de fortalecer la agenda electoral, se dirigen a distraer la atención hacia un camino confrontacional en el cual, por cierto, Hugo Chávez siempre ha sabido sacar provecho. La propuesta de llevar a Chávez a La Haya cohesiona al chavismo y genera dispersión en la oposición. Puede que atraiga la atención de los sectores opositores más radicales, pero allí se queda.
María Corina también ha sido un poco más explícita en su propuesta, al hablar del capitalismo popular, pero eso no es garantía de éxito si de lo que se trata es de ir más allá del espectro electoral opositor, para conquistar a quienes, aún en la zona de influencia del chavismo, están inconformes, a la espera de una propuesta electoral capaz de atraerlos. ¿O es que acaso se cree que con el sólo músculo electoral de los partidos opositores es posible triunfar en 2012? En cuanto al argumento de que para ganar estas primarias se debe centrar la campaña sólo en el espectro opositor, bueno es advertir que los únicos espectadores de este proceso para escoger el candidato de la unidad no son quienes se ubican en la acera opuesta al gobierno.
Por eso cada cosa que se diga o deje de decirse tendrá su impacto no sólo el 12 de febrero sino también el 7 de octubre.
Así que una apuesta por conquistar el voto del opositor radical, si se ejecuta con ligereza e irresponsabilidad, puede terminar convirtiéndose en un pesado fardo para quien resulte electo, que no será, con toda seguridad, el más radical de los opositores.
Por eso fue bien clara y contundente la respuesta de Henrique Capriles Radonski a la pregunta sobre la propuesta de enjuiciamiento al Presidente Chávez una vez que termine su mandato. No es materia de un Presidente andar con una factura en mano persiguiendo a su predecesor. Es un acto que le corresponde a la justicia, sin interferencia de otros factores, como debe ser en una democracia en la cual funcione realmente la autonomía de poderes. ¿ O es que queremos seguir en las mismas, con tribunales controlados por Miraflores, como ocurre ahora, o por tribus y mafias partidistas, como ocurría en el pasado puntofijista? Tal vez un nuevo encuentro entre los precandidatos se realice bajo una modalidad que permita mostrar aún más los contrastes, que los hay, y son sanos, porque constituyen la mejor demostración de que el camino propuesto no es el del pensamiento único, del cual ya tenemos suficiente.
Por: VLADIMIR VILLEGAS
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