El Tejado Roto
No cabe duda de que el proceso de degradación que comenzó cuando el Coba criollo, siendo candidato, anunció que iba a freír la cabeza de adecos y copeyanos se ha acelerado y ha alcanzado una velocidad vertiginosa. No sólo abarca la economía y la infraestructura, sino las relaciones de convivencia, la moral y el lenguaje. Lo peor y lo más grave es la manera como la sociedad lo acepta y lo asume como lo propio, mientras que las pocas quejas son aplastadas y sepultadas.
Al imponerse el estilo cuartelero y barriobajero, la gente común utiliza las palabras propias del insulto y de la exclusión para todas las tonalidades de las relaciones humanas. Sólo la manera de decirlas, su inflexión, énfasis, musicalidad, tono, volumen y hasta la manera de poner los ojos pueden separar una de esas palabrotas que ruborizan hasta al portero del antro más orillero de la comarca de una expresión de cariño entre dos estudiantes universitarias. Las he escuchado decirse “maricas” y no por el nombre del insecto con ese nombre entre ellas con la misma naturalidad con que sus congéneres varones se dicen “ebón” cada tres palabras que pronuncian.
Funcionarios de importantes puestos públicos tuvieron en la germanía cuando todavía llamaban “proceso” a lo que ahora denominan con pudor “construcción del socialismo” y que dentro de poco impondrán como “comunismo” una manera de ir derribando las débiles resistencias de la sociedad en cuanto al buen uso del lenguaje. Toda dominación comienza en el lenguaje y, en este sentido, los jurásicos han tenido el mayor de los éxitos con las últimas decisiones judiciales que no consideran la mentada de madre un insulto sino un sano ejercicio de la libertad de expresión.
No quiero ni imaginar el degredo que nos espera si se impone la coprolalia que es el lenguaje obsceno o escatológico que utiliza el canal del PSUV, y todos los engañados con una vivienda digna y los defraudados con un título universitario expresan libremente su rabia a viva voz. No creo que el Coba lo acepte ni que las groserías con las que lo insulten le suenen a música celestial.
Esa manera de hablar del venezolano, caribeña y desenfadada, pero amable siempre, ha sido trastocada y rebajada al habla de los sargentos, de los mandones y cabos de presos que se valen de su rango para humillar y hacerse obedecer. Preocupa, y mucho, porque los periódicos populares han asumido ese tonito cuartelero y burdelero como su modo de habla coloquial; de ahí a la letrina y al estercolero generalizado, a la política del ventilador que tanto daño hizo a los cubanos, véanlos cómo están, apenas hay un tris.
Es mejor que nos tratemos como damas y caballeros y no como lo que somos, en lo que nos han convertido, con el perdón de la sabiduría de Cantinflas. Vendo manual de Carreño.
Por: RAMÓN HERNÁNDEZ
@ramonhernandezg
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EL NACIONAL