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Claudio Nazoa: ¡Revuelo aéreo!

“Lo que van a leer es
absolutamente cierto”

 

Todo ocurrió en un vuelo Caracas- Miami el 17 de noviembre. Este artículo no es contra los empleados de Santa Bárbara Airlines ni contra la tripulación ni contra el Indepabis que, según mi opinión, fueron diligentes intentando resolver los inexplicables contratiempos de este vuelo surrealista.

6:00 am: Salgo ilusionado de mi casa.

6:50 am: Llego al aeropuerto. Hay una cola de pasajeros como de dos cuadras. Algunos estaban desde el día anterior. Me apiado de ellos sin darme cuenta de que esa era mi cola y que soy el último.

8:00 am: Voy al mostrador. Creen que me voy a colear y me insultan. Aclaro que voy a preguntar.

Una empleada con rostro atormentado dice que no hay aviones porque están malos. Le pregunto qué hago, me dice que no sabe. Regreso a la cola.

10:30 am: Mi vuelo era a las 11:00 am, pero primero deben partir los del día anterior. Llega Laureano Márquez. Una mujer da un discurso, dice que los hombres no tenemos bolas, yo respondo: bolas hay pero aviones no. Llega un avión. La cola avanza. Informan que ese vuelo es para los pasajeros de las 6:00 am del día anterior, con suerte saldremos después de las 6:00 pm en aviones de un misterioso país llamado Iceland que, al parecer, viven de alquilar dos aviones que tienen.

12:00 m: Nombramos un comité de vuelo presidido por un maracucho que lleva horas protestando: “En esta verga tienen que registrarnos, porque si no…”. Otros pasajeros impugnan la elección y eligen a una señora gorda, también maracucha, que amenaza con quemar maletas.

1:00 pm: Laureano descubre en Google que Iceland es un micropaís cerca del Polo Norte.

1:05 pm: Protesta contra Iceland. Se oyen cosas absurdas como: “Fuera Iceland de Venezuela”.

1:45 pm: Llegó un avión de Islandair, pero tuvieron que devolverlo porque venía malo.

2:10 pm: Cumbre con los líderes: Indepabis, Santa Bárbara y el aeropuerto.

2:40 pm: Indepabis multa a la línea aérea. Prometen 650 bolívares y bono alimenticio. Alguien pregunta: “¿Y cuándo salimos?”. El líder responde: “Preguntáme algo más fácil?”. Pitas y gritos contra el líder. Lo acusan de vendido.

6:30 pm: Chequean a los pasajeros del vuelo de las 11:00 am. Laureano se queda porque él es de las 4:00 pm. Los del vuelo de las 11:00 nos despedimos abrazando a los de las 4:00.

8:30 pm: Cenamos con lo del bono. Nos enteramos de que los de las 6:00 am andaban todavía por allí. Compramos café molido en las tiendas, no para llevarlo a Miami, sino para traerlo de nuevo.

9:30 pm: ¡Increíble!, subiremos al avión, pero nadie sabe dónde están los pilotos. Parecemos zombis. Protestas a todo gañote.

10:00 pm: Llegan dos pilotos entre abucheos. El capitán anuncia que está haciendo un favor, pues los pilotos asignados están atrapados en un hueco en la autopista Francisco Fajardo y que si lo seguían insultando se devolvía. Pido aplausos para el capitán. Me llaman jalabola.

10:40 pm: Ya, dentro del avión, el capitán pregunta: “¿Quién es fulano de tal?… ¿quién es?… si no aparece no despego”. Tímidamente, alguien levanta la mano. “Venga acá ­dice el capitán­. Este señor por Twitter le faltó el respeto a mi madre y dijo otras vulgaridades: ¡Discúlpese públicamente! “Los pasajeros, desesperados, gritábamos: “¡Discúlpate!”. “Bueno… yo… ­dice fulano­ ofrezco disculpas por las obscenidades que le dije al capitán”. “¡Bravo!” ­gritamos todos­. El avión despegó. Ya nadie sabía ni nos importaba hacia dónde íbamos.

2:00 am: Llegamos a Miami (Laureano llegó a las 6:00 am). Ahora entiendo por qué los cubanos se lanzan al mar: porque la otra opción es Santa Bárbara. ¿Quién es el culpable?


Por: Claudio Nazoa
El Nacional / ND
28 Noviembre, 2011