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Zenair Brito Caballero: “Se ha transformado en una marioneta parlante”

“Todos protestan y el
comandante habla..”

 

Desconozco cuál es el término que debería identificar el caudal de palabras desconectadas y monotemáticas emitidas por una mente que pareciera estar fuera de control. Desde hace varias semanas y a cualquier hora, el teniente coronel interrumpe las programaciones nacionales de radio y televisión para desplomarse como una catapulta, durante varias interminables horas, sobre la intimidad de los radioescuchas o televidentes venezolanos. ¡Gracias a Dios tenemos televisión por suscripción!

Una de las columnas del éxito del Comandante durante sus trece años de gobierno, consistió en su capacidad de comunicación y enganche con las masas populares. Él conoce los atajos que conducen al corazón siempre esperanzado del sector más vulnerable y marginado de la sociedad y por ello ha logrado su manipulación.

Lo que no pudo lograr durante el abortado golpe de estado que planeó y ejecutó en 1992 contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, lo consiguió mediante una farsa mediática donde en forma insana comparten tiempo y público palabras pertenecientes a la jerga popular, coplas picarescas, evocaciones cursis, ademanes de orilla, promesas populistas, gritos, refranes o invocaciones a figuras milagreras de la mitología popular, todo oportunamente abonado con uno que otro pasito de baile joropero, canciones llaneras o mexicanas, infaltables derechazos “al imperio, a los contrarrevolucionarios o apátridas y a la oligarquía” y expresiones desobligantes contra “los escuálidos de la oposición”.

Hasta ahora esto representó para él y su grupo gubernamental una fórmula eficaz. Los rebaños rojos-rojitos, lo escuchaban embelesados, deslumbrados y boquiabiertos. Pero como todo discurso precisa de la sustancia que lo acredite, su charlatanería omnipresente terminó convertida en una presencia, inoportuna para los menos e inexplicable para los más.

Además de irrespetuoso, irreverente, descomedido, es inhumano someter al televidente o al radioyente a esta interrupción constante de sus programas favoritos. La televisión y la radio constituyen la única diversión de un pueblo encerrado en su casa después de las seis de la tarde por la inseguridad y la delincuencia que campea en las ciudades o impedido de salir a divertirse por falta de dinero en una nación donde la pobreza prolifera y el costo de la vida se incrementa cada día.

La cara monstruosa del presidente, su rostro que a duras penas se identifica como tal entre redondeces patológicas, contribuye a hacer más impresionante y patética esta oratoria sin causa. Sea cual fuere la dolencia que lo aqueja porque lo tienen como un secreto de Estado, su conducta, más extraña que nunca, denuncia la desesperación del náufrago.

Los pocos logros del régimen si es que pueden llamarse así, como el mini-aumento de las pensiones y los recursos primarios para la salud, se esfuman a la orilla de este desbarajuste colosal presente desde la protesta desesperada de los obreros de Guayana hasta el clamor sin deudos de las desguarnecidas aldeas en los puntos más remotos del mapa nacional.

Los maestros protestan y el comandante habla, los estudiantes protestan y el comandante habla, los médicos se exilian y el comandante habla, Sidor y Petróleos de Venezuela se hunden y el comandante habla, el hampa desbordada no tiene tiempo para contabilizar sus muertos y el comandante habla, habla y habla interminablemente como una marioneta parlante.


Por: Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito