“Y la aplicación del
Estatuto de Roma..”
De una confrontación amistosa entre precandidatos presidenciales con absoluta convergencia de intereses nacionales se desprende un hecho que tal vez marcó el “valor agregado” de esta inédita cita.
Diego Arria, tal vez uno de los venezolanos con carrera diplomática más exitosa de nuestra historia reciente, utilizó su derecho de palabra para mover los cimientos de quienes pensaron que este encuentro de disidentes del régimen era un mero ejercicio de retórica doméstica.
La amenaza explícita, con fecha y hora, de presentar ante la Corte Penal Internacional una denuncia documentada contra los supuestos delitos de lesa humanidad cometidos por el presidente Chávez y algunos de sus colaboradores ha generado expectativa local y foránea sobre el alcance de tal medida y desde ya se formulan escenarios que intentan descifrar nuestro futuro como país, en caso de que la misma prospere.
Este tribunal representa una instancia internacional permanente para juzgar a quienes son acusados debidamente de cometer crímenes de guerra, genocidio y crímenes de “lesa humanidad”. Su personalidad jurídica es internacional, aunque no forma parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Países como Cuba, China y Rusia, “amigos” del gobierno, no la reconocen ni han suscrito compromiso alguno con ella, pero Venezuela sí lo ha hecho, constituyéndose en norma de acatamiento legal obligatorio.
En fechas recientes, el mundo ha seguido los casos que han expuesto a mandatarios de otras latitudes al escarnio internacional por el dictamen de la llamada Corte de La Haya y por la aplicación del Estatuto de Roma, norma taxativa que rige las sentencias de esta corte. Las eventuales decisiones del Tribunal de La Haya impactan de manera decisiva la gobernabilidad de los Estados afectados.
Con este anuncio, Arria se posicionó como un hombre de coraje y de capacidad propia para entablar causa contra un gobierno que históricamente ha desestimado y desacatado cualquier pronunciamiento de organismos como la CIDH, la ONU, la OEA, la OIT y otros. El comportamiento oficial será el mismo esta vez?
Los próximos días serán claves para analizar la capacidad del gobierno venezolano de inocularse contra el efecto “La Haya”. Tal vez a través del recurso petrodiplomático, tal vez mediante la descalificación sistemática de la instancia asociándola a los antivalores “revolucionarios”. Algún creativo del “proceso” intentará utilizar el hecho reciente de la acusación ante esta corte que un grupo de ciudadanos presentó contra el Papa Benedicto XVI, y entonces nuestro prócer se comparará con el Vicario de Cristo en la Tierra. De lo que estoy seguro es que no podrán decir que es un tribunal pitiyanki porque Estados Unidos no está entre los países que ratificaron el Tratado de Roma, y el Vaticano tampoco.
Más allá de la dinámica electoral actual, Diego Arria ha construido agenda en un país acostumbrado al seteo del inquilino de Miraflores.
Amanecerá y veremos…
Por: Gabriel Reyes
@greyesg
Política | Opinión