El Método del Discurso
Convenía celebrar las primarias en el año 2011 y separar las presidenciales. Con estos bueyes hay que arar. Ramón Guillermo Aveledo, Teresa Albanes y Ramón José Medina son personas decentes, en un oficio tan cruel como el de la política. Nadie los acusa de segundas intenciones, se les reconoce sentido común. Esta es una ventaja decisiva para la Mesa de la Unidad.
Las primarias presidenciales obligan a la MUD a mantener un equilibrio entre adversarios que se convertirán en aliados después de febrero. El proceso se complica cuando el mismo día también se escogerá a los candidatos a alcaldes y gobernadores. Por razones económicas se tomó esta decisión.
A los precandidatos los observa la opinión pública, cualquier actitud antiunitaria la castigarán los electores. Esa vigilancia se diluirá en Naguanagua o San Felipe, con el riesgo de que no haya tiempo para sanar las heridas antes de octubre entre los activistas de los partidos, la maquinaria política de la oposición.
En las primarias presidenciales los precandidatos mantendrán opiniones similares en los debates, todos aspiran a lo mismo: derrotar a Chávez, reunificar a Venezuela, incorporar el sector privado a la economía. Al no atacarse costará derrotar al que ocupa el primer lugar en las encuestas, no serán como los debates en Estados Unidos, donde Perry, Cain perdieron 10 puntos después de una presentación en conjunto de los precandidatos republicanos. En Venezuela es imposible una campaña negativa contra un precandidato.
Chávez impone sus decisiones como un monarca.
Esa ventaja tiene un precio, los errores los oculta la sumisión de los que no lo denuncian. Frente a las autopistas y puentes que se caen as pedazos, las grandes obras sin concluir como el Metro de Valencia, Chávez le echa la culpa al ministro Garcés y nombra a unos militares, el procedimiento que usó en el Metro o en la salud, con consecuencias desastrosas. Hay un solo inamovible, Jorge Giordani, el ministro responsable de la inflación y el desempleo, las dos razones por las que Chávez perderá las elecciones. Chávez jamás nombrará ministro a un empresario o a un técnico independiente, prefiere a los militares, el desastre administrativo aumentará.
Chávez les saca provecho político a los indignados, los que enfrentan a regímenes similares al ideal chavista. El socialismo árabe es igual al socialismo del siglo XXI, con un discurso nacionalista y antiimperialista arruinó Argelia, Libia, Siria, Egipto… Sus dictadores, con la aureola de revolucionarios, estatizaron la economía, utilizaron los recursos del petróleo para subsidiar a la población, hasta que el dinero sólo alcanzó para que se lo robara una minoría fabulosamente enriquecida, y una pobreza terrible se impuso en esos países.
Los indignados quieren libertad, no salen a la calle con retratos de Castro, no defienden la propiedad estatal de los medios de producción, no andan con un libro de Gramsci en el sobaco, se rebelan contra la banca internacional, los planes de austeridad, les interesa tanto el modelo venezolano como la estructura social del Tíbet del siglo XIX.
La revolución está en otra parte, no en Cuba o Venezuela. Los indignados no piden que un iluminado los gobierne 14 o 50 años. Una política internacional cuyo único fin sea disminuir el poder de Estados Unidos representa un antiimperialismo infantil, vuelve a Venezuela un peón en el ajedrez internacional.
Por: FAUSTO MASÓ
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