“Cada cual mata sus piojos de
acuerdo a su raciocinio…”
El espectro nacional se ha llenado de mucha basura informativa, en un momento, que más bien necesitamos claridad abundante, en el destino que debemos perseguir como objetivo. Los noticieros de los medios públicos cuentan los acontecimientos parcialmente; solo ven una parte de la moneda y llegan incluso a desvirtuar la noticia e incluso callan acontecimientos, que puedan afectar al gobierno. La polarización política ha afectado el manejo de la noticia y no es usual que en el canal del Estado aparezca la opinión, entrevistadores y comentarios de personajes de la oposición.
Pienso que las distintas escuelas de comunicación social deberían estudiar nuestra realidad actual y pronunciarse, efectuando foros y discusiones amplias que enfoquen esta circunstancia haciendo cátedra. Naturalmente, cualquier cristiano con cuatro dedos de frente, pensaría con toda razón, que durante la gestión de un gobierno tan cerrado como éste, suele suceder que la información, las noticias de gobierno y las conexas, que tienen que ver con los asuntos de Estado, atraviesan momentos penosos y limitados como en Cuba, donde se vive con miedo para expresar una crítica o un pensamiento adverso al gobierno.
Esta semana la periodista Patricia Poleo nos hizo saber que el Presidente Chávez tiene otra hija y la cual mantenía ligeramente escondida tras bambalinas, sin embargo, a la nenita de unos seis años, el mandatario la reconoció –aunque tardíamente- y de alguna manera la atiende, otorgándole asignaciones de negocios a la madre –aunque de extraño origen-, para que tengan una vida digna: Está bien, cada cual mata sus piojos de acuerdo a su raciocinio…solo falta que no haya irregularidad alguna, en el manejo de la cosa pública.
Ya estamos acostumbrados a que el Presidente quiera mantener “ciertas cositas” de su vida personal alejadas de la opinión pública, a pesar que se la pasaba echando cuentos informativos de toda índole, ventilando su vida desconocida ante el país, mas allá de ser un militar golpista salido de una chistera como un conejo, en un momento complicado; desde que vendía “arañas” o dulces de lechosa entre otras cosas, durante su infancia marcada por la pobreza en su natal pueblito de Sabaneta, hasta su aparición histórica que lo sentó en la silla de la Presidencia.
Un Presidente es la principal figura de un país en cualquier parte del mundo y siempre dará qué hablar, porque toda la población está pendiente de él: Sea quien sea el presidente, no se escapa en estos tiempos de la curiosidad periodística, que caza la información y es natural en realidad. Vean el caso del ex presidente Luis Ignacio “Lula” Da Silva quien tan pronto se enteró que tenía cáncer, procedió a confirmar tal asunto e inmediatamente los médicos dieron detalles de interés, con el fin de comunicar ampliamente a la población la noticia: Muerto el perro, se acaba la rabia.
Nuestro Presidente hace todo lo contrario. Da la impresión que le da pena, vergüenza o quién sabe que sentimiento lo acompaña, para querer evitar dar a conocer las cosas que son inocultables en medio de una especie de mezcolanza provinciana muy extraña, que choca con sus propias palabras y actitudes como aquella tarde-noche, cuando a los cuatro vientos
–y sin la mayor inhibición-, informó a toda la nación en cadena nacional y con un asqueroso machismo, que esa noche le daría lo suyo a la primera dama.
Es muy difícil obtener información del gobierno. Los medios de comunicación no logran tener un acceso franco a las fuentes públicas. Para que un periodista entre a Miraflores para hacer su trabajo y cumplir con su labor, debe estar haciéndolo para los llamados medios públicos y con todo y eso, dicha información sale muy manipulada.
A través de los medios públicos se ha venido tratando la campaña electoral de la oposición de una manera muy “sui generis”, con una carga profunda de ataque, que desvirtúa los acontecimientos y llena de una marcada chismografía o burla, la realidad: convirtiéndola en una politiquería barata, que se aleja de la objetividad a gran distancia, creando un ambiente poco profesional y nada serio. Con todo lo anterior, dicho de una manera muy apretujada, me atrevo a decir que el periodismo de investigación requiere que sus mejores exponente brillen con intensidad y den luz dentro de este cuarto oscuro de ocultamientos, falacias, pillajes y acontecimientos escondidos debajo de la alfombra.