¿Cómo es posible que Chávez tenga un
apoyo a su gestión mayor del 50%?
¿Por qué tenemos que convencer al 50% de los votantes para que no voten por Chávez? ¿Por qué Chávez tiene un vínculo tan fuerte con sus votantes? ¿Por qué Chávez, Chávez y más Chávez? Es realmente agotador este círculo vicioso y lo primero que debemos hacer si en realidad queremos salir de él, es dejar ya la obsesión por Chávez. Debatir un poco sobre nosotros mismos, la democracia y en nuestro futuro. Solo así empezaremos a abandonar ese campo de concentración en el que hemos convertido a Venezuela.
Si nos hubiésemos concentrado en el rescate de nuestros valores y de nuestra esencia política, hace mucho rato ya él no estaría en el poder. Por eso hoy es un buen día para empezar a tratar nuestro propio “Síndrome de Estocolmo”, porque al final hemos sido nosotros quienes lo hemos creado, hasta convertirlo en una obsesión. Es esa absurda obsesión la que nos ha imposibilitado ser creativos y aportar una solución política a la mayoría de los venezolanos, ha sido el miedo a discutir sobre nosotros, nuestro primer adversario a vencer y el mejor aliado de Hugo Chávez.
Sun Tzú, el célebre estratega chino decía “conoce a tu adversario y conócete a ti mismo y en 100 batallas no podrás perder”. Conocemos hasta la histeria a nuestro adversario, pero nos negamos a conocernos a nosotros mismos y por eso hemos perdido todas las batallas. Por eso les propongo estudiar los reportes de Datanálisis, pero al revés: ¿Por qué luego de 12 años solo el 18% de los votantes apoya de manera contundente a la oposición?, ¿Por qué más del 80% de la población no se ubica con nosotros?, ¿Por qué no somos aún una mayoría abrumadora? ¿Qué aspectos nos han convertido en una Liliput electoral con ínfulas de Gulliver? Si trabajáramos en contestar esas preguntas y conocer nuestras debilidades, ya estaríamos en la ruta de retorno a la democracia. En otras palabras debemos eliminar al chavecito que todos llevamos por dentro y que masacra a cualquiera que exija un debate democrático o a quien opine sobre la oposición.
Se trata de abandonar los mitos del campo de concentración. Hemos hablado hasta el cansancio de la necesaria “Unión”, y por qué los partidos opositores han tenido que reunirse de forma permanente alrededor de una estructura organizativa. Es de sentido común que en los tiempos modernos, los acuerdos políticos sean vitales para gobernar y que en democracia no se conciba no hacerlos. Pero una cosa son los acuerdos de partidos con ideologías muy distintas y otra muy diferente es que los electores presionemos para crear una unidad que es de plano contraria a la democracia, porque la democracia es pluralidad y no la petrificación del pensamiento.
Si usted ha contestado a esto último con un ¡pues eso debe ser así y punto! sepa que se encuentra en ese 18% que apoya a la oposición a trocha y mocha y me parece bien, pero aún tenemos un gran problema y es que a pesar de 12 años de corrupción masiva, 140 mil asesinatos, miles de expropiaciones, alianzas con todos los sátrapas mundiales, usted se encuentra en el bloque “democrático” que no logrado captar aún al 50% de los electores.
Hay que buscar vías más eficaces para conectarse con “la mayoría”, los nuevos líderes y partidos emergentes tienen esa tarea para consolidarse como una fuerza real del cambio y futuro. Pero primero entendamos que el venezolano no solo necesita un programa “gerencial” o “políticas públicas eficaces”, sino espacios de participación política, la gran pata coja opositora. Para ello también hay que dejar de arrasar con aquellos que tratan de proponer alternativas y escucharlos. Los venezolanos necesitan presenciar un debate político urgente, y propongo uno: las cifras de Datanálisis, pero al revés.
Por: THAYS PEÑALVER
@thayspenalver
tpenalver@me.com
Política | Opinión
EL UNIVERSAL
jueves 3 de noviembre de 2011