HomeCriticaFAUSTO MASÓ: Cáncer, ¿para qué te quiero?

FAUSTO MASÓ: Cáncer, ¿para qué te quiero?

El Método del Discurso

 

Para ganar elecciones, claro. Todo sirve.

Después de superar el abatimiento inicial, Chávez incorporó el tumor a su estado mayor de campaña, junto a Federico Nietzche y a José Gregorio Hernández. Tremenda combinación. Nietzche hubiera dicho que él no era nitzcheano.

¿Se cura el cáncer en cuatro meses? ¡Milagro! Aunque invisibles, las células malignas continúan al acecho. Si después de dos o cinco años de repetidos exámenes no hay trazas del cáncer, se habla de curación. Si reapareciera el tumor, o surgiera uno nuevo, no sería fatalmente mortal; con un tratamiento a tiempo, el paciente lo superaría. O no, porque hay tumores, algunos, los menos, incurables. ¿Cuál es el caso de Chávez? Tanto misterio intriga a los venezolanos.

Algo queda claro: Chávez usa políticamente su mal; desarrolló tranquilamente el cuento de su enfermedad sin que le preguntaran, insistentemente, si estaba en condiciones para ocupar Miraflores otros seis años, si al votar por Chávez no estamos votando por quién lo reemplazará. Por esa razón, para demostrar que seguía vivo, despachaba “normalmente” con sus ministros desde La Habana, llamaba por teléfono, bailaba, cantaba en televisión.

Sin aclarar, con un parte médico, serio y científico, el pronóstico de su padecimiento. Puro teatro, gran teatro.

Su manejo político de la enfermedad ha sido impecable, lo que no quiere decir que se haya curado, ni tampoco que continúe enfermo. Usa, como siempre, la falta de transparencia. No pidió compasión; nadie escoge a un líder porque lo sepa enfermo. Se presentó como un héroe que desafía un mal terminal. Visitó al Cristo de la Grita, quiere construir un gran monumento a José Gregorio.

Lo acusan de comunista, dice ser discípulo de Cristo. Convirtió la enfermedad en tema político, mientras acusaba a la oposición del pecado que estaba cometiendo.

Hasta ahora le ha dado resultado. Quizá en junio del próximo año, en un clima de histeria, gente llorando, confiese que el tumor ha reaparecido y exija votar por su heredero, ¿Su hija? ¿Nicolás Maduro? ¿Su hermano? O quizá, para esa fecha, las encuestas anuncien su derrota irremediable. O quizá, con Chávez vivimos en un perpetuo quizá, sepamos que el gran manipulador ganará las elecciones y que viviremos siempre con una espada de Damocles encima, la reaparición del tumor. Quizá, quizá, quizá, quizá sí o quizá no.

¿Le permitirá la enfermedad evitar que se derrumbe la autopista al litoral?, ¿una inflación del 35%?, ¿defender la soberanía nacional?, ¿lograr que vuelvan las inversiones privadas?, ¿darle empleo a los pobres? Las últimas leyes los condenan a empleos mal pagados en la administración pública.

Adiós a la inversión con la ley de arrendamiento y la de ganancias justas, a menos que el reglamento de ambos instrumentos, no sería la primera vez, disminuya su virulencia.

A Chávez el cáncer le sirvió como la muerte de Néstor Kirchtner a Cristina, sólo que en Argentina creció la economía gracias a los exportadores de granos del sector privado.

Argentina no tiene petróleo, ¿afortunadamente? El barril a 100 dólares permite financiar -por un tiempo- el socialismo del siglo XXI. Se está acabando la manguangua. ¿Le bastará el discurso, la habilidad de un enfermo terminal, hasta octubre de 2012?, o ¿la amenaza contra Globovisión anuncia que a falta de dinero quedará el palo como instrumento de persuasión ideológica? Quizá sí, quizá no. Defendamos a Globovisión, al empleo, a los pobres.


Por: FAUSTO MASÓ
Fausto.maso@gmail.com
@FaustoMaso
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EL NACIONAL