Artillería de Oficio
El tratamiento mediático que el oficialismo da a la gravedad del Presidente de la República le brinda una oportunidad para obtener grandes ventajas políticas. Al tiempo que distrae la atención de la opinión pública sobre la crisis económica y los graves problemas nacionales, inflama la pasión de los devotos chavistas hacia un estado de frenesí, que culminará el día de las elecciones presidenciales. La pragmática campaña electoral del chavismo tiene un fuerte tufo mágico-religioso, basado en el misterio que rodea la salud del mandatario.
Así pasó en Argentina, cuando Eva Perón, enferma de cáncer, manipulaba a las masas de descamisados luciendo joyas y pieles que abofeteaban a un pueblo que la lloraba en vida y la idolatró, aún más, después de muerta.
No la tendrá fácil el candidato de oposición, circunscrito a los problemas terrenales de una patria arrasada por la ineficacia y corrupción revolucionaria, contrapuesto al enfoque mágico y la manipulación religiosa, que impregna el discurso de Chávez como candidato, convertido – por los estragos del cáncer – en mito viviente.
Será una intensa batalla, que necesitará de un candidato opositor forjado en el temple de la resistencia y de un hábil equipo de asesores que pueda hacerle frente a la desventaja colosal que significa tener como contendor a un “líder religioso”, que mantiene la conexión afectiva con un pueblo cada vez más dependiente y pauperizado.
Trapos Rojos
El misterio que rodea al diagnóstico del cáncer presidencial es parte de una estrategia cubana, calcada a pulso de Fidel Castro, quién durante años ha mitificado su salud, gracias a la cacareada medicina cubana. Pero lo cierto es que Fidel no tiene cáncer y su expectativa de vida es superior a la de su pupilo, según el único diagnóstico con nombre y apellido que se conozca -miosarcoma terminal-, anunciado la semana pasada por el doctor Salvador Navarrate. Es demasiado obvio que el galeno evadido diera esas declaraciones animado por alguna conexión con una de las facciones del chavismo, interesada en reventar el tema de la sucesión y sacar a Chávez de la contienda electoral. La reacción del Gobierno no pudo ser más desmesurada, para minimizar la gravedad de las declaraciones del galeno, asestó un duro golpe a Globovisión, mientras la Sociedad Interamericana de Prensa se reunía en Lima y simultáneamente se producía un pronunciamiento confuso del Tribunal Supremo de Justicia en el caso de Leopoldo López. A pesar de los trapos rojos el diagnóstico de Navarrate no pasó debajo de la mesa y al parecer, lo que exacerbó aún más los ánimos defensores del garante de la revolución, es que también abordaran el estado de su salud mental.
Trío de batas blancas
Tres médicos encabezados por el hermano del superministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, secundado por el ex ministro de la presidencia Rafael Vargas, recordado por aparecer el 11 de abril con el pelo pintado de granate intenso Kolestón y el director del Hospital Militar, Earle Siso, carcelero del fallecido productor agrícola Franklin Brito, intentaron negar lo dicho por Navarrete sin contraponer un diagnóstico y el pronóstico del paciente.
También negaron el tratamiento psiquiátrico de Edmundo Chirinos, después de escuchar al propio ex rector de la UCV y ex constituyente decir durante tantos años que Hugo Chávez y su ex esposa fueron sus pacientes. Podrán ponerse las batas blancas, como lo hizo Chirinos al declararse inocente del crimen que lo mantiene preso, podrán guindarse sus respectivos estetoscopios, pero sin diagnóstico todas sus declaraciones seguirán siendo puro “gamelote”.
Por: MARIANELLA SALAZAR
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