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Thursday, November 21, 2024
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FAUSTO MASÓ: El peligro del antichavismo pueril

El Método del Discurso

 

La posibilidad de perder las elecciones depende de superar la actitud de un antichavismo infantil, que teme buscar los votos de esa mitad de los venezolanos que siguen hoy a Chávez. Con su radicalismo simplón reforzarían la polarización, le darían la victoria a quien más detestan, a Chávez.

A continuación, acusarían de bruto al pueblo, cuando ellos son los que habrían demostrado de nuevo tener la cabeza hueca, ¡llevan 13 años mirándose el ombligo! Chávez no se comportará como Gonzalo Barrios en 1968.

Hay que ganarle con un tsunami electoral, hacerlo pasar a la historia la noche de las elecciones, dejarlo sin base política. Se requiere, entonces, buscar sin complejos el voto de un buen número de chavistas, hablarles directamente a los pobres. Muchos chavistas rechazan que el mismo inquilino permanezca 20 años en Miraflores; son los que piden una dirección colectiva del Polo Patriótico.

El que busque esos votos debería ganar las primarias, si el antichavismo duro comprende también que ese es el camino de la victoria. Pero, ¿lo entenderá? Demasiada gente confunde la política con hacer gárgaras frente al espejo.

El candidato ideal cruzará la frontera que divide al país. Sin mover un dedo los electores de Altamira votarán por cualquier dirigente de la oposición, ¡ya votaron por Arias Cárdenas! Hay que sudar para conseguir votos chavistas en Catia, Falcón o Anzoátegui. Los antichavistas frenéticos se esfuerzan en perder las elecciones, porque para ganarlas se requiere impedir que Chávez consolide su electorado histórico. ¡Anatema! ¡Anatema!, gritan los que llaman a los programas de radio para denunciar cualquier supuesta debilidad de un político. Si triunfan los intransigentes de café con leche, esos que en las conversaciones de sobremesa prometen perseguir mañana a un Dudamel, si eso ocurre, digo es un decir, Chávez ganará en octubre. Esa oposición cerril olvida que sumando se llega más lejos que restando, como ocurrió en Chile y España en la transición.

Desde ahora hay que demostrar con hechos esa política de la mano extendida, socavar las bases ideológicas del chavismo con un mensaje que no sea una treta electoral, presentar el socialismo chavista como una muestra de charlatanería ineficiente que aumenta la desigualdad y crea una nueva clase de burócratas. Contrastar ese socialismo charlatán con la disposición de sacar de la pobreza a millones de venezolanos dándoles empleo en el sector privado. El socialismo democrático siempre ha derrotado al socialismo totalitario.

Esto no impide mostrar energía en la campaña, desafiar cara a cara al Presidente, devolver los insultos, impedir esa estrategia de Chávez de menospreciar a su adversario.

Chávez prepara una operación política audaz, quitarle relevancia al PSUV. Tiene ganas de librarse de sus asambleístas, gobernadores, alcaldes, con las excepciones de rigor de esos pocos ascetas socialistas que no tienen camionetotas. Además, seguiría un ejemplo clásico del socialismo real, el de la revolución dentro de la revolución, la depuración final. La campaña de Chávez utilizará a los grupos vecinales, las juntas comunales, las asociaciones de los barrios. El Polo Patriótico lo constituirán principalmente las ONG de izquierda, claro.

Un Chávez reelecto aplicaría su revolución cultural al estilo de Mao. ¡Fuera, burócratas! Si ganase, tratará de que más de un gobernador, o un alcalde, no vayan para el baile.


Por: FAUSTO MASÓ
Fausto.maso@gmail.com
@FaustoMaso
Política | Opinión
EL NACIONAL