Exprópiese el mismísimo
gobierno central
Con ese afán justiciero el régimen debería clavar sus garras con la misma furia en la revolución.
El presunto mal funcionamiento de este o aquel servicio público ha sido el “argumento” más invocado por el régimen comunistoide para expropiar (saltándose a la torera la Constitución) cualquier cantidad de empresas privadas (400 entre intervenidas y apropiadas solo este año) con la promesa de optimizar los servicios que prestan o los bienes que producen. En ningún caso cumplió ese ofrecimiento. Corpoelec y Agroisleña (ahora Agropátria) son ejemplos palmarios de su fracaso gerencial.
Algunas de esas empresas operaban eficientemente cuando comandante-exprópiese “decretó” que fueran “ocupadas”: Café Fama de América, Hipermercados Éxito, Owens Illinois y Cemex, entre otras. El último despojo fachoso-electoralista fue el perpetrado contra la compañía de ferrys que une tierra firme con la isla de Margarita.
Cierto es que contra esa naviera abundaban los reclamos. Su prestación no era la mejor ni suficientes u oportunas las compensaciones ofrecidas a los viajeros por los perjuicios causados. Sin excusar sus atropellos contra los usuarios (esa empresa venía de ser sancionada por los organismos ¿competentes?) tampoco la expropiación parecía proporcional. Porque no es el ferry el único servicio de movilización de pasajeros que funciona por debajo de los estándares requeridos. Si tales deficiencias “merecieran” semejante escarnio habría que proceder idénticamente e ipso facto contra aerolíneas, metros, metrocables, trenes, teleféricos, autobuses, mototaxis y demás sistemas de transporte del país, algunos de ellos gestionados por el régimen. El deterioro de los mismos por falta de mantenimiento y, en algunos casos, por impericia en la operación de los equipos pone en alto riesgo la vida de los usuarios.
Como quiera que la ineficiencia, la desidia, la corrupción y el incumplimiento son “atributos” que caracterizan la gestión pública del régimen, este debería considerar, por elemental equidad, auto-expropiarse todos aquellos establecimientos (puertos, aeropuertos, autopistas, hospitales, etc.) que arrebató a alcaldías y gobernaciones. Igualmente las empresas que no ha logrado reactivar, las que nacionalizó o expropió y tampoco es capaz de manejar eficientemente. ¿A quién asignárselas? ¿Rusos, chinos, brasileños, iraníes o cubanos? Los de la isla ya tienen hoy injerencia en muchos niveles de la administración pública y sus resultados no son mejores que cuando esas instanciass eran ocupadas por criollitos.
Con esa visión “justiciera” el régimen debería clavar sus garras con la misma furia en Pdvsa, Cadivi, la CVG, las policías, las cárceles y sus gobernaciones y alcaldías. En el mismísimo gobierno central, sin olvidar el PSUV y su revolución majunche.
Por: MIGUEL SANMARTÍN
msanmartin@eluniversal.com
EL UNIVERSAL
sábado 8 de octubre de 2011
