El Método del Discurso
Represión suena a grosería en el vocabulario venezolano, pero no hay otra manera de frenar el aumento exponencial de la inseguridad.
No. Mientras hablaba Chávez, el jueves al mediodía en una avenida de Caracas atracaban a los automovilistas, los choferes de transporte público protestaban porque les habían asesinado a otro compañero y en un lugar de Venezuela un sicario resolvía una disputa o un supuesto agravio.
Si en vez de apresar a 3% de los culpables de los asesinatos se agarrara 90%, habría que multiplicar las cárceles.
El Gobierno quiere cerrarlas.
Nos gobiernan charlatanes peligrosos.
El pecado de muchos delincuentes es haber nacido pobres, pero mientras Venezuela no sea una tacita de plata no queda otro remedio que reprimir la delincuencia.
¿De qué vivirán los que están saliendo de las cárceles? Triunfaron los pranes. Derrotaron al Ejército con las armas en la mano, sostuvieron un combate todo un mes, ahora les devolverán temporalmente la paz a los penales, prometiéndoles a los internos que saldrán en libertad. Los presos saben que si presionan obtendrán sus reivindicaciones, los directores de los penales dialogarán con ellos, o los secuestrarán. Los ministros les enviarán mensajes de concordia, todos lamentarán las condiciones inhumanas de los penales, no se castigará a los que introducen drogas y armas.
El socialismo chavista supone que al desaparecer la propiedad privada se acabarán las razones para delinquir; es decir, en el siglo XXII. Ignoran las experiencias de Cuba o de los países del socialismo real; leyeron mal a los utopistas del siglo XIX.
Verdad que cuesta refutar esos lugares comunes sobre el delito porque pertenecen al folklore político local. En los barrios, en la calle, en las urbanizaciones, millones de venezolanos reclaman una reacción enérgica frente a la inseguridad, la dirigencia política teme asumir la lucha enérgica contra el delito. Mientras cambiamos el sistema judicial, mejoramos la educación, les proporcionamos trabajo a los jóvenes, pasará un tiempo.
Hay que desamar a los que han vuelto un peligro mortal accidentarse en cualquier carretera. Okey, comiencen hablándoles de Gandhi, el Sermón de la Montaña, el Manifiesto Comunista, el New Age, pero si no hacen caso, hagan algo, por favor. Desármenlos a balazos.
Faltan bastantes años para que las cárceles venezolanas sean iguales a las alemanas, los jóvenes reciban una educación para el trabajo, tengan profesores de matemáticas, biología y física en el bachillerato, los jueces y fiscales cumplan con su deber.
Aquel al que le hayan matado un hijo, sienta cada noche en un barrio retumbar las balas, vea las bandas apoderarse de las calles y no cuente con la escolta de cualquier ministro o parlamentario, sea un hijo de vecino cualquiera, quiere una solución inmediata, aunque sea parcial.
Como Chávez está preso de la ideología rechazará volver la inseguridad el tema principal de su discurso, aprobará una ley de alquileres para que no haya viviendas para alquiler, una ley de ganancias para aumentar la escasez de alimentos. Por todo esto, perderá las elecciones de octubre 7. La ideología mata.
La simpleza ciega al chavismo. Quieren que las líneas aéreas estatales ocupen el lugar de las privadas, volamos en aviones destartalados. Estatizaron el cemento y las cabillas, Sidor aumenta 30% el precio del alambrón.
¡Ahora Chávez quiere monopolizar el uso político de su enfermedad!
Por: FAUSTO MASÓ
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