“Al parecer Bolívar nos
libertará dos veces..”
Se lo dijimos: “no abran ese sarcófago. Abrirlo no les va a traer cosas buenas, es liberar fuerzas que desconocen”. Pero ustedes, nunca hacen caso, se creyeron los dueños del país y sus símbolos. De la manera que el de Tutankamon amenazaba: “la muerte golpeará con su bieldo a quien turbe el reposo del Faraón”, al de Simón Bolívar el propio Andrés Eloy Blanco, que además es su guardián en el Panteón, se encargó de advertir: “no se osará perturbar estos sagrados restos, hasta que Venezuela sea feliz y la América esté unida”, “ya no habrá miedo de sacarlo, para ser trasladado a una urna de cristal y de oro de El Callao y diamantes del Caroní” (aplausos) “y de perlas de nuestro mar; que cada hombre de Venezuela algún día pueda dar un bolívar para el sarcófago interior de su Bolívar, que será del oro que su pueblo le labra y le afiligrana para guardarle como el mayor tesoro de su corazón” (ANC 1946 Tomo 3).
Pero nooooo. No solo profanaron el sarcófago, sino hasta el recuerdo de los hombres que nos dieron la libertad. Ahora ya ven lo que pasó. Se lo advertimos pero ignoraron por completo que al Libertador le rindieron grandes honores a su llegada, que regresó escoltado por un buque de cada nación, que asistieron delegaciones de varios países y cuando sus restos tocaron tierra venezolana, sus generales y quienes habían combatido a su lado, llegados de todos los rincones de Venezuela, hincaron rodilla en tierra subyugados por esa fuerza irresistible. Algunos de ellos llegaron incluso con los uniformes con los que habían combatido a su lado en Carabobo y al ver los restos de El Libertador, el “llanto más ardiente y expresivo” bañó los rostros severos de aquellos hombres que le pedían perdón. Habían mandado a hacer un carruaje, tirado por cuatro caballos y cuando lo iban a trasladar, sus edecanes y más cercanos amigos no lo permitieron, desataron los caballos y empujaron ellos mismos el carro por kilómetros, mientras sus generales caminaron al lado sosteniendo los cordones del carruaje. (Toro 1843) El deplorable sainete revolucionario, también profanó aquel hermoso momento.
Como para los revolucionarios este país y sus asuntos son como un circo, entonces decidieron que quien abriera y manipulara los restos fuera un español. ¿No se les pasó por la mente que se trataba de El Libertador? ¿Ustedes saben, el que nos liberó de los españoles? ¿Qué sintieron cuando el español le partió el hueso de la mano con el que empuñaba su espada? ¿Vieron hacia qué parte del cuerpo apuntó ese dedo?
Pues ahora la espada de Bolívar anda cortándole las cabezas a todos los candidatos a tiranuelos. Se la dieron a Gadafi y a los pocos meses fue derrocado, a Saddam lo mismo, al sirio se le sublevaron y a la mayoría le tienen incendiado el país. Le entregaron la espada a Ahmadinejad y a los pocos días se retiró por una extraña enfermedad a la que definió como cansancio, se la entregaron a Néstor Kirchner y ya sabemos que pasó, al presidente de Paraguay le dio cáncer, a Mugabe también, se la obsequiaron a Fidel y meses más tarde estaba fuera del poder con una rara enfermedad, justo donde apuntó aquel dedo.
El resto a quienes les han regalado la espada, deben estar aterrados con “el regalito” y viéndose las caras al ver que a los tiranos la espada les ha cortado la cabeza. Les conviene brindarle la libertad a sus pueblos, porque ya ven que no es la espada de Bolívar la que camina por la América Latina, sino el propio Bolívar que ha emprendido una segunda Campaña Admirable y por lo que se ve, es tan o más Admirable que la primera. De hecho su fuerza es tan grande, que al parecer nos libertará dos veces.
Por: THAYS PEÑALVER
@thayspenalver
tpenalver@me.com
Política | Opinión
EL UNIVERSAL
jueves 29 de septiembre de 2011