Los candidatos nada
ganan con disimular
No sé a cuál estratega de marketing político se le ocurrió la frivolidad, imitada vorazmente por muchos otros, sobre que hay que disimular el plan de acción a impulsar desde el ejecutivo, de ganar un candidato de oposición en las presidenciales.
La inmensa mayoría agotó hace rato el “arsenal” de simplismos, lugares comunes, promesas de continuidad de las misiones y otros planes que estimulen la mendicidad colectiva y conserven el estatismo habitual de décadas, de estado empresario fallido y muchas otras pavadas.
Les participo sin temor a equivocarme, que todo aquel que compita en promesas será rebasado siempre por Chávez, pues ese es su fuerte indiscutible.
La credibilidad es secundaria desde el momento mismo en que los fundamentos del régimen se basan en un clientelismo mucho más eficiente que el prodigado desde las esmirriadas cuotas de poder de la oposición y su aún más limitada imaginación para el reparto a granel y despilfarro dineros públicos.
Esto es constatable, a pesar de los avances regionales del clientelismo opositor, en la medida que su pedazo de la torta se ha achicado, por los desastres de servicios públicos emanados del poder central y por la insaciable expansión clientelar del poder chavista, imitada a su medida, por nuestra oposición dispensadora también de cheques de 15 y último, de cada vez menor poder de compra, por inflación o por el estreñimiento presupuestario dictado por la avaricia centralista.
A quien pretende adormecerse? Al elector chavista que vería con agrado que se le ofrece lo mismo desde la oposición? Lamento decepcionarlos, pero entre estar “anotado” en la maqueta de la “misión vivienda” del gobierno y la promesa del precandidato tal, que ni maqueta tiene, se les oirá decir: “me quedo con mi comandante”.
Ni se les ocurra creer, que si ofrecen más democracia eso tiene el menor significado. La democracia para el pueblo pobre es acceso a servicios y a dádivas, nada tiene que ver con separación de poderes o libertad de expresión por ejemplo.
De pocas cosas se puede estar seguro en la Venezuela de hoy y una de ellas es que no sea inútil el mensaje de los políticos de ese estilo de mensaje idílico, hacia el elector chavista, al que sencillamente no le convence cambiar de mecenas y dejarse seducir con ese lenguaje complaciente, genérico, anodino, liviano, Miss Venezuela, esa especie de lengua de trapo con que empiezan a hablar nuestros candidatos, apenas los designan o se auto-designan presidenciables.
En honor a la verdad el único político consecuente con ese mensaje, llamémoslo genérico, es el Dr. Eduardo Fernández quién se propone ser un interlocutor válido para las huestes de la alta burocracia chavista en bancarrota política, si estas vieran desaparecer o incapacitarse a su líder.
Fernández de forma clara les dice, “Yo les ofrezco gobernar con estas Fuerzas Armadas, con esta Asamblea Nacional, este TSJ, esta Fiscalía. Me imagino que hasta puede agregarles: con esta PDVSA este Banco Central, este sistema de justicia etc.
El “Tigre” está proponiendo una cohabitación a fondo, una transición con garantías, para la alta burocracia chavista”.
Les sorprenderá a algunos que estando absolutamente en contra de esta posición, le concedo sin embargo la virtud de ser clara y explícita y así deberían hablar todos los demás que piensan igual y que por gallinas o conveniencias oportunistas andan en disimulos.
Repito NO ESTOY DE ACUERDO con Fernández, pero de quienes opinan que “hay que reconciliarse” es el único que plantea con coraje esa política, para mi suicida en el mediano plazo, aunque sea la que pueda evitar siempre según él, confrontaciones peligrosas en el corto plazo.
“El Tigre” propone un “Pacto de La Moncloa” que permitió el cambio de régimen en España, o el de la transición Chile que aunque carece de nombre simbólico que la defina, si tuvo un personaje como “el Tigre” presidiéndola.
Hablo de Patricio, también democristiano. Solo que el “detalle” diferente es que se trataba de desmontar, desde la derecha y con más democracia, una autocracia de facistoide como el Pinochetismo. Igual fue el caso español, donde se desmonta el corporativismo franquista.
Las reglas para desmontar un fascismo rojo en cualquier país y conducirlo hasta la democracia no está escrita con votos sino con movilizaciones populares, o por presiones bélicas internas o externas que sencillamente imponen el cambio radical.
Las convulsiones que acompañan la caída de autocracias de izquierda, si es que tienen encaminamiento electoral, generalmente se han dado luego de derrotarles en las calles y eso es lo que ocurrirá en el caso de Venezuela, al menos son en lo que creo firmemente.
Habiendo un candidato que como Fernández, frontalmente propone la cohabitación con el chavismo como política de Estado, es muy útil saber que los únicos otros que se plantan radicalmente contra el continuismo del régimen rojo y postulan su sustitución absoluta, son Diego Arria y Oswaldo Álvarez Paz.
Se nos ha dicho que el amigo Alvares Paz pudiera no presentarse formalmente a las primarias de la MUD y en cuanto al Dr. Arria, se sabe que está colectando 200.000 firmas para sí postularse, lo que representa, más allá de las apariencias de encuestas infladas o compradas, un 20 o más % de compromisos explícitos de los probables votantes, en ese complicado e incierto sondeo de preferencias en primarias.
Respecto a otros, no sé qué hará Leopoldo López con su situación de ilegalidad, a la que está condenado por Chávez.
Si la oposición en su conjunto quisiera ir a una confrontación electoral y más allá, contra el régimen el candidato lógico debería ser entonces el proscrito por Chávez.
Pero si algo tengo claro es que ni Leopoldo ni la MUD tienen eso planteado, todo lo contrario. El suicidio es la norma en estos tiempos de políticos “realistas”.
Yo no ando en plan de febriles apoyos a candidaturas derivadas de simpatías personales. Estamos discutiendo nada menos sobre si este país puede o no salir de la tronera en 2012 y años posteriores, o hundirse aún más, cuestión que a diferencia de lo que se presume si es posible y mucho más de lo que se teme.
Por eso creo que entre las propuestas serias desde la oposición, las únicas que tienen la virtud de la claridad de propósitos son las del Dr. Fernández y la de Diego Arria.
Sin embargo la propuesta de Fernández, teniendo atributos innegables como método para evitar la conflagración inmediata, supone la muy improbable renuncia del chavismo a pelear el poder que mantiene, a fuerza de ventajismos insolentes, y que imagino querrán seguir ejerciéndolo a nombre de sus fortunas personales e impunidades que serán sus consejeras críticas, sobre como mejor defenderlas.
La tarea del Tigre será convencerles sobres las ventajas de la cohabitación, llevada hasta sus últimas consecuencias y no como ahora que la exhiben vergonzosamente con la hoja de parra del lenguaje de generalidades insustanciales.
El Dr. Diego Arria por su parte, me imagino, supone dos cuestiones inconmovibles:
1) los chavistas no querrán abandonar el poder y habrá que arrancárselo, y
2) una vez desalojados utilizando la palanca democrática del evento electoral, por supuesto la impunidad no puede reinar a nombre de la cohabitación.
Hay demasiadas complicidades con el hamponato internacional político y de las drogas que debe erradicarse y existen responsabilidades que no pueden eludirse, tras 13 años de atropellos.
Hay sin embargo un último pronóstico que debo abordar para poder ser fiel a mi absoluta independencia de criterio sobre el mundo “oficial” opositor:
Si el candidato es un blandengue, como muchos indicios anteriores lo señalaban, será un hecho que el demagogo Chávez, si es que está vivo, puede ganar las elecciones de nuevo. Lo hará porque así se lo permite el fraude que significa su CNE de chavistas, su REP inexpugnable, y TODO el presupuesto del Estado y sus instituciones de coerción social que implican el ventajismo obsceno, que se le ha permitido desde el inicio de su piltrafa de revolución.
Por: Alberto Franceschi
29 Septiembre, 2011