Al oftalmológo no le quitaron el
vehículo ni sus pertenencias
■ El hermano del ex embajador Walter Márquez fue asesinado por presuntos sicarios el martes pasado.
A casi todos se les quebró la voz al referirse a Julio César Márquez Rondón y las primeras palabras que salieron de sus bocas para describirlo fueron humanidad, buen talante y caridad.
“Tenía un altísimo sentido del humor y mamador de gallo permanente”, dijo Walter Márquez, su hermano y muy allegado a él. Se enteró de su asesinato estando a más de 840 kilómetros de distancia, durante su permanencia en Caracas mientras cumplía responsabilidades como diputado suplente por el Táchira en la Asamblea Nacional. Su retorno a San Cristóbal fue un tanto difícil por las particularidades de la actividad aeronáutica y los inconvenientes del tiempo. El también ex embajador de Venezuela en India afirmó que por las características del hecho, el crimen de su hermano fue por encargo. Sin embargo, sostiene que éste nunca le comentó que tuviera problemas que pudieran desencadenar en tales sucesos.
El martes en la noche, dos hombres -que no han sido identificados- se aproximaron al oftalmólogo, que conversaba con una amiga a las puertas de su casa. Luego de preguntarle si era Julio Márquez, procedieron a dispararle en múltiples oportunidades. No robaron su vehículo ni sus artículos personales. Luego de once detonaciones con una pistola 9 milímetros, huyeron.
“Hasta a los pacientes les tomaba el pelo. Era un hombre con mucha solidaridad humana. Ayudaba a muchos pacientes, les regalaba medicinas y al que no podía pagar le daba la consulta gratis”, contó su hermano.
“Yo no le decía doctor sino Julio, porque era mi amigo del alma. Era humilde, muy sencillo, trataba a todos por igual: no le importaba tratar con un profesional como un ingeniero o con un obrero. Era igual con todo el mundo. A su personal lo trataba como si fuera de su familia. Muy caritativo: yo no pude pagar una consulta, me examinó y descartó el diagnóstico de glaucoma que me habían dado otros médicos. Nunca fue egoísta, si podía dar un consejo en su mismo campo, lo hacía sin egoísmo. Esto me ha impactado mucho”, expresó Ramiro León, productor y amigo.
Amigos. “La última vez que compartimos fue en la subasta profondos de la Universidad Nacional Experimental del TáRosa de Velasco, dirigente política y vecinal, dijo que Julio Márquez nunca le dio una respuesta negativa ante la necesidad de salud de alguien sin recursos.
“Cuando me llegaba alguien enfermo de la vista, un viejito, un niño, quien fuera que no tuviera recursos, yo llamaba a Julito y él los operaba gratis. Hemos perdido a un gran hombre, como él pocos. Dios mío, él era callado y hacía su obra de caridad”, manifestó.
El padre Orlando Neira trabajó durante muchos años en el servicio de Caritas en Táchira.
Se confesó afectado por el crimen y también destacó la labor humanitaria de Márquez: “Yo trabajaba con mucha gente pobre. Me regaló muchas consultas para personas necesitadas. Nunca se negó, los atendía con mucho cariño como a cualquier otro paciente. Es más, yo creo que le daba hasta más cariño porque les daba dinero para que se regresaran a sus casas. Julito, como le decíamos todos, era un hombre muy humanitario”.
Los planes:
Julio Márquez se dedicaba también a la ganadería.
Creció en una finca entre Abejales y Santa María de Caparo, al sur del Táchira, y dicen sus allegados que ese amor por la tierra y la cultura rural y agrícola lo tenía desde pequeño. Se hizo productor y tenía una de las mejores ganaderías de brahman puro de Venezuela, que fue perfeccionando genéticamente y para la que ya tenía previsto algunos planes.
“Con un hijo ingeniero que se graduó en producción animal en la UNET, iba a profundizar la tecnificación de su finca. Iba a desarrollar un área lechera”, dijo Walter Márquez
Por: ELEONORA DELGADO
ROSTROS DE LA VIOLENCIA
TÁCHIRA SAN CRISTÓBAL
Sucesos | Ciudad
EL NACIONAL