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Thursday, November 21, 2024
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FAUSTO MASÓ: Privilegiados del siglo XXI

El Método del Discurso

 

Engels recomendaba no confundir una crisis del capitalismo con el fin del sistema, error típico de los malos lectores de Marx. El Gobierno, que no lo ha leído bien, dice que Estados Unidos y Europa se hunden en la miseria, ignora que al capitalismo del siglo XX le ha surgido la competencia del capitalismo del siglo XXI, el brasileño, chino, turco e indio. A nuestro lado crece un país, con la ayuda ingenua de Chávez, que influirá decisivamente en el continente.

Si ocurriera una quiebra de nuestros clientes también Venezuela se iría por el barranco.

Millares de italianos, franceses y estadounidenses no están llegando por Maiquetía ni subiendo en caravana a Caracas, ni los encontramos asombrados por la abundancia de aceite, queso, leche, productos desaparecidos de los automercados europeos y norteamericanos… Ocurre lo contrario, un millón de venezolanos ha abandonado el país.

A Venezuela no la amenazan los aviones de la OTAN, ¿para qué? Los países del bloque BRIC (Brasil, Rusia, India y China), discuten comprar bonos de Grecia o Italia para estabilizar la economía de sus principales clientes. No les preocupa Venezuela, sino el destino del euro y la crisis del dólar.

Brasil mira hacia Europa, China y Estados Unidos, defiende a sus empresas, limita la importación de carros chinos.

Algún día, nuestros gobiernos comprenderán la imprescindible necesidad de contar con verdaderos empresarios, como esos constructores, financistas, ingenieros venezolanos, que están generando empleos bien pagados en Panamá, Colombia, Argentina, Miami y hasta en Costa Rica.

El discurso lleva a Chávez a un callejón sin salida, aunque, como publicó El Nacional haya comprendido que la administración de las plantas eléctricas la hacen mejor las empresas mixtas. ¿Reconocerá también que los constructores son los que saben construir, los agricultores sembrar? La ideología ciega al que quiere perder.

La ley que regula las ganancias acabará con el empleo y la inversión, el camino del infierno oficial está empedrado de leyes. El Gobierno habla menos de socialismo, busca votos de clase media, pronto se convencerá que al confundir a los constructores decentes con los malandros se condenó a no construir viviendas.

Intenta privatizar a escondidas las plantas de la CVG y que los chinos la pongan a producir.

Los trabajadores que defendieron la estatización añoran los tiempos de Techint.

La charlatanería es el principal enemigo de Chávez, las exageraciones tienen las patas cortas. En vez de construir 2 millones de viviendas, los ministros recorren Venezuela inaugurando por aquí y por allá 40, 60 o 100 viviendas. Un buen recurso publicitario, pero que provoca la desesperación de los damnificados que salen a protestar, porque suponen que las están repartiendo sin que a ellos les toque ni una.

Chávez reconoce que los crímenes de cada fin de semana le quitan votos, ordena medidas mediáticas, le echa la culpa a Adán y Eva, sigue creyendo que cuando llegue el socialismo, en 20 años, desaparecerá la propiedad privada y no habrá nada que robar, alquilar ni comprar. Mientras tanto, diría Gonzalo Barrios, no hay razones para no asesinar, lo mismo en una autopista a mediodía que en un barrio, en Falcón o en Puerto La Cruz.

Todos somos iguales, excepto ministros, burócratas y generales que andan con escoltas. Privilegiados del siglo XXI, no los matan en las autopistas.

Por: FAUSTO MASÓ
Fausto.maso@gmail.com
@FaustoMaso
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EL NACIONAL

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