Indolentes a las expectativas e
inquietudes de la ciudadanía
Las rectoras sordas ante los reclamos de las organizaciones políticas, rompieron su mutismo, y sin chistar, atendiendo el mandato del teniente coronel Chávez, finalmente anunciaron el esperado calendario electoral.
Sobran las razones para pensar que la decisión se acomoda a los intereses y necesidades del malogrado Presidente en ejercicio y en nada se corresponde con los más altos intereses del país como pretendió justificar Lucena en unos de los curiosos aspectos de su declaración.
La sospechosa aclaratoria de la presidenta del CNE de que “nuestro color es el color tricolor” para anunciar el injustificado adelanto de las elecciones para el 7 de octubre de 2102, no pudo evitar la apreciación de que tal decisión está teñida de rojo. Profundamente instalado en el imaginario electoral de los venezolanos está diciembre como la fecha en que concurrimos a las urnas para elegir al nuevo presidente de la república. ¿Existe alguna razón técnica, operativa, para cambiar esta fecha? Lucena no la dio. ¿En qué beneficia al colectivo venezolano este adelanto? Lucena no lo dijo. Esta fecha crea más bien el particular problema de tener durante tres largos meses a dos presidentes (uno electo y otro en ejercicio). ¿Acaso no fuimos víctimas ya de igual artimaña cuando este mismo CNE adelantó las elecciones legislativas, lo cual trajo como consecuencia el zarpazo parlamentario de una legislatura que no se correspondía con la voluntad popular expresada en las urnas? Más allá de lo razonablemente conveniente para los intereses del colectivo venezolano, los estándares internacionales avanzan en la dirección de achicar los tiempos entre la elección de los mandatarios y el momento de la toma de posesión, al mismo tiempo que considera fraudulento programar elecciones a conveniencia de uno los actores políticos en la contienda.
Visiblemente tensa, la rectora Lucena aludió a “un grupúsculo de alborotadores” que pretenden confundir a la opinión pública, “que lanzan voces agoreras”, que atentan contra la “credibilidad” del CNE. Un CNE en mora con la elección de los concejales del cuerpo legislativo municipal, prorrogando indebidamente sus mandatos populares hasta abril de 2013. Un organismo que calla ante los incesantes abusos del Presidente de la república y de otros funcionarios que hacen proselitismo político. Un “árbitro” que calla ante las cadenas y la obscena propaganda electoral en los canales públicos debería tener un poco más de mesura cuando pretende reclamar a “grupúsculos de alborotadores” que pretendieron confundir a la opinión pública, a “grupúsculos de alborotadores” que lanzan sus voces agoreras contra la credibilidad del CNE.
Con esta decisión de adelantar la elección presidencial para el 7 de octubre, repito ¿en qué beneficia al país tener dos presidentes durante tres meses? La expresión popular con la que suelen convenir los mayores reza “respete para que lo respeten”. No creo que la credibilidad del CNE esté tan aporreada por la actuación de “grupúsculos de alborotadores”. La credibilidad del CNE estaría blindada si actuaran con estricto apego a lo establecido en el artículo 293 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “Los órganos del Poder Electoral garantizarán la igualdad, confiabilidad, transparencia y eficiencia de los procesos electorales, así como la aplicación de la personalización del sufragio y la representación proporcional”.
¿En qué estamos con la actualización y purificación del REP, con elección y preparación de los miembros de mesa, con la necesaria y urgente convocatoria de la observación internacional? La rectora Lucena retó a las organizaciones políticas “para que le digan al país si están dispuestas a aceptar los resultados electorales”. Cinismo, burla, sincera preocupación. ¿Cómo discernir qué esconde esta interpelación de la rectora Lucena? Su reclamo sería transparente si en lugar de encubrirla en el plural la hubiese singularizado en la única organización política cuyo presidente (para colmo de males Presidente de la república en ejercicio) proclama a diario que no entregará el mando si acaso pierde hasta el año 2031. Clara hubiera quedado su advertencia si la hubiese dirigido a altos oficiales activos que han manifestado públicamente que ven difícil la entrega del mandato de “su” comandante presidente. La verdadera preocupación y compromiso de las rectoras del CNE es dar los resultados a tiempo, completos y no a altas horas de la noche luego de que han sometido al país a altas horas de tensión: sin tanta perdedera de tiempo con aquello de electores y electoras, venezolanos y venezolanas, tendencias irreversibles y demás adornos. ¿De cuál credibilidad nos habla la rectora?
Por: ÓSCAR LUCIEN
@olucien
Política | Opinión
EL NACIONAL