Aquí y ahora
Todo el mundo tiene el derecho de preguntarse qué va a ocurrir en Venezuela a propósito de la enfermedad de Chávez. No es un mal menor, sino un padecimiento de mucho cuidado y de pronóstico incierto. Sus secuelas son de alguna manera impredecibles, porque dependen de cuán avanzado esté el mal y de las condiciones físicas de la persona. En consecuencia, todavía es prematuro hacer cualquier tipo de predicciones.
Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos y el tiempo nos darán las pistas claves sobre cómo será el comportamiento futuro de Chávez y de su revolución. En este marco de incertidumbre, el Gobierno tiene que dar así no sea cierto la sensación de que, a pesar de los pesares, mantiene el control absoluto de la situación. Y, para ello, es menester sustentarse, fundamentalmente, en el estamento militar y, particularmente, en el Alto Mando. Por ello, la exaltación castrense es llevada a su máxima expresión.
Las reiteradas y recientes referencias del caudillo único sobre su paso por la Escuela Militar, sus últimas apariciones públicas vestido de uniforme de comandante en jefe de la revolución y tantos otros signos del militarismo más aberrante se han vuelto parte de una simbología que, por repetitiva, se convierte en cotidiana y hasta asfixiante…
Son muestras evidentes de lo que se desea proyectar: “El poder reside en la fuerza militar”, ¡quien no entienda el mensaje tendrá que atenerse a su suerte! Esto de roncar duro para alejar los espantos es demostración palmaria de debilidad. Y eso es totalmente lógico, habida cuenta del delicado estado de salud del Presidente de la República. El cotarro se inquieta y se puede alborotar en función de las ambiciones y aspiraciones existentes, tanto dentro del PSUV como en la Fuerza Armada.
En atención a ello, el ministro de la Defensa, general Mata Figueroa, se encargó de despejar dudas al respecto cuando, el lunes pasado, descartó enfáticamente que haya “golpistas” o “traidores” en la Fuerza Armada. Para afirmar de seguidas que los militares están “hoy más que nunca” alineados con el presidente Hugo Chávez, en un intento de poner candado al fantasma de la insubordinación.
De otra parte, cuando Chávez no está, el Gobierno anda como al garete. Cada quien por su lado. Esto es clara evidencia de cómo están las cosas en el PSUV. Las luchas intestinas se multiplican. Diosdado por su lado, con ascendencia en oficiales de su generación con puestos de comando, y Maduro y compañía por el otro.
Jaua, caminando sobre brasas, haciendo malabarismos para ver cómo no se cae al abismo.
En fin, cada quien tirando de la cuerda con fuerza a ver si se queda con la mejor tajada.
En suma, Chávez se acuna en el sector militar. No le queda otra. En tal sentido, la separación entre civiles y militares se profundiza, ya que estos últimos se sienten en su mejor momento y eso le garantiza una mayor participación, de la que ya tienen, en las cuotas de participación en el Gobierno.
Ahora bien, la situación no es color de rosa y las pugnas continuarán y se profundizarán, dependiendo del estado de salud de Chávez. Por eso los próximos días son cruciales. Pero, a todo evento, la revolución que es roja-rojita, pasará a ser “verde-verdecita”. El que tenga dudas, mejor vaya practicando aquello de “¡Atención… firm…!”, por si acaso. Eso sí, la estrategia y el curso de los eventos por venir será cuidadosamente definido en vivo y en directo desde La Habana.
Por: FREDDY LEPAGE
@freddyjlepage
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