“El propio Lennon fue
víctima de su frase…”
El título es raro, pero lo que le está pasando a Chávez me ha recordado una de las frases más geniales que ser humano haya dicho: “La vida son todas aquellas cosas que nos están pasando, mientras nosotros estamos haciendo otros planes”, John Lennon.
Lo anterior podría convertirse en religión, por lo profundo de su contenido, y más si tomamos en cuenta que el propio Lennon fue víctima de su frase, cuando una aciaga noche en la que salía a cenar un maldito demente lo asesinó. Su plan inmediato era pasar una simpática velada pero, paradójicamente, y él no podía saberlo, la velada se convirtió en el último segundo de su vida.
Este riesgo lo vivimos todos. Estamos en peligro constante. No tenemos control de nuestro futuro, sólo existe el segundo mientras usted lee esto.
Un día, millones de japoneses estaban leyendo, comiendo, haciendo el amor o jugando, y un microsegundo después, miles habían muerto por el terremoto y posterior tsunami. Ellos, al igual que usted o yo, tenían proyectos a cortísimo, corto y largo plazo. Cuántos habrán dicho: “Bueno, nos vemos más tarde”. Cuántos se iban a casar, a bañar, o a quién sabe qué, y en un milisegundo su vida ya había pasado y hoy sólo existen en la piadosa mente de alguien que los ama y los recuerda.
La vida del presidente Chávez, por ahora, es lo que le está pasando. Sus planes eran otros, pero en este instante, su prioridad es la vida… su vida.
Ojalá pueda curarse y esto lo digo de verdad.
De lo que sí estoy seguro es de que ya nada será lo mismo. De hecho, hoy, a esta hora, existe un Chávez diferente del que conocimos antes de la enfermedad. No creo que él ahora sea bueno. No soy ingenuo. No. Esto es algo más profundo que probablemente veremos más en hechos que en palabras.
La vida lo sorprendió y nos sorprendió. Ahora su cara es de incredulidad. De pronto comprende que él no es Dios y que es un humano cualquiera propenso a enfermedades.
Violentamente aprendió que la vida son las cosas que nos están pasando. La revolución, la presidencia infinita, los jalabolas, la prepotencia, el liderazgo latinoamericano y los presidentes pedigüeños dejan de ser importantes. Ahora es la vida.
La mía. La única que tengo, la que está en peligro.
La enfermedad me ha enseñado que no debe ser “patria socialista o muerte”, siempre debí haber invocado la patria y la vida, no la muerte.
Ojalá el nuevo Chávez (ni él sabe que es nuevo) reflexione y se dé cuenta de que existen venezolanos sufriendo por sus acciones. Venezolanos que también tienen sueños, proyectos y familia; con la diferencia de que la familia de él está a su lado, animándolo y dándole amor.
Ojalá recuerde que en Venezuela existen presos políticos enfermos; gente fuera huyendo, y con familia sufriendo aquí. Ellos, al igual que él, también tienen proyectos, y la vida es lo que les está pasando en un oscuro calabozo o en tierras extrañas.
Ojalá, señor Presidente, las vírgenes mutiladas y el José Gregorio Hernández decapitado por fanáticos lo acompañen en este trance tan difícil.
Señor Presidente, todavía está a tiempo. Retire su oreja izquierda del diablo que lo aconseja mal.
Recuerde que hay que vivir intensamente y haciendo el bien. No olvide que el cielo y el infierno están más cerca de lo que creemos y no sabemos en qué momento los vamos a visitar. De lo que sí estamos seguros es de por qué mereceremos uno u otro lugar. De nuestras acciones depende.
Por: CLAUDIO NAZOA
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