Ley de Costos y precios
Ya los años me están cayendo encima y si algo puedo adelantar en mi conclusión de vida ante el santísimo, cuando me toque presentarme, es que viví en un país desordenado donde la improvisación manda en todo.
Recuerdo cuando era un muchacho de unos nueve años y me tocaba cruzar quebradas para ir a la escuela y tenía que saltar piedras y tablas para llegar a la otra orilla por falta de puente. Esa travesía la hice por varios años, hasta que durante un invierno tropical resbalé mi pie sobre una piedra babosa y mi humanidad fue a parar al contacto con el agua, no muy limpia, por cierto.
Esta enseñanza me acostumbró a tratar de implementar medidas que previniesen los acontecimientos cuidando ir delante de los problemas, para evitar males mayores. Sin embargo, debo reconocer y lo admito que buena parte de mi vida me la pasé entre la creatividad para solucionar problemas y buscando improvisaciones necesarias que ayudaran a sortear males y contingencias que se escapaban de mis manos como por ejemplo, conseguir buenas piedras y colocarlas en medio del río para lograr cruzarlo.
Resulta, que todos los venezolanos somos unos excelentes improvisadores y ello nos ha traído unas pocas satisfacciones, pero generalmente grandísimos fracasos, por ello recomiendo evitarlas.
Algunos cristianos dicen que ser improvisados va con nuestra misma idiosincrasia y que es una actitud que la llevamos en la sangre, por eso estamos plagados de toderos, tira piedras y como vaya viniendo vamos viendo, en nuestra cotidianidad.
Con la implementación de la Ley de Costos y precios mi primera reacción fue reírme, reconociendo que no aprendemos la lección de vida y que no se estudia suficientemente la realidad económica para buscar soluciones. Pensar que con una ley se va a controlar la inflación, los precios y los costos, sinceramente da risa.
Un amigo me dijo que pensaba proponerle al gobierno que aprovechara la ley habilitante para que se crearan nuevas leyes prohibiendo los asesinatos, suicidios, violaciones y se diseñaran nuevas ordenanzas y leyes para que la gente apoye a la vino tinto, no ensucie, sea cordial con sus congéneres y vivan felices.
La improvisación nos ha marcado tanto que la podemos ver en cualquier parte: ciudades creciendo a golpe y porrazo por falta de planificación, niños jugando fútbol o béisbol en terraplenes empedrados a falta de canchas, carencias de todo tipo en hospitales, escuelas e instituciones de asistencia social y seguridad.
El lago de Valencia se está llenando de agua no tratada desde hace años contaminándole y aumentando su nivel en forma acelerada perjudicando urbanizaciones y asentamientos rurales y no hay luz que ilumine a los improvisados para ordenar la contingencia. Estoy seguro que a ultima hora llegará un convoy de militares a plan de machete sacando a las
familias como si estuviesen arreando ganado en medio de la improvisación…improvisación, como siempre ha sido en ésta tierra de gracia.
Por: Luis ALFREDO RAPOZO
luisrapozo@yahoo.es
@luisrapozo