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MARTA COLOMINA: Chávez se dio cuenta de que es mortal

Chávez descubre muy tarde que
su hiperliderazgo no tiene relevo

 

El culto a la personalidad asomó pronto en el gobierno de Chávez. Comenzó creyéndose la reencarnación del Libertador. Chávez ha abusado de la efigie y nombre de Bolívar con fines de control político. Comenzó en sus “Aló Presidente” con un gran retrato del Padre de la Patria que, en cada emisión, descendía hasta colocarse al mismo nivel del orador. Sus seguidores podían ver que Bolívar y Chávez se fusionaban en una sola persona. Luego vinieron las gigantografías al estilo de Kim Il Sung, que llenaban carreteras, autopistas, descampados y hasta instalaciones militares, en las que Chávez promovía su revolución u obras de infraestructura y viviendas que nunca se construyeron. El tiempo fue decolorando y haciendo jirones los carteles, convertidos en prueba implacable de la ineficacia oficial. Tan lesivos fueron para su imagen, que el propio Chávez ordenó quitar su fotografía de aquellas vallas delatoras. Con la ayuda de la generosa petrochequera, el culto a la personalidad se convirtió en endiosamiento. Chávez llegó a considerarse el “dios” capaz de liderar eternamente su revolución y de violar impunemente los derechos humanos y la Constitución sin correr el riego de ser juzgado por tribunal divino o humano alguno. Se regodeaba anunciando que gobernaría hasta más allá del 2050 y alardeaba del eterno e inconmovible amor del pueblo.

Con el cáncer, Chávez se dio cuenta de que es mortal, relata The Economist al anunciar que “En Cuba toman medidas económicas para la era post-Chávez”. Es decir, que Fidel y Raúl se disponen a poner en marcha un “Plan B” que mantenga a flote su economía, financiada ilegalmente por Chávez con dinero de todos los venezolanos. Quizá ese “Plan B” ya se haya iniciado, a juzgar por las declaraciones de Henry Ramos, secretario general de AD, quien confesó que dirigentes opositores han sido contactados por miembros de la delegación cubana para expresarles su deseo de mantener buenas relaciones con el futuro gobierno. Claro signo de que Chávez estaría muy enfermo o de que los Castro están convencidos de que perdería las elecciones en 2012. Sin embargo, el giro de la propaganda oficial y la hiperactividad del enfermo tienen el propósito de convencer a los suyos de que estaría ocurriendo un milagro mediante el cual Chávez podrá seguir largamente en el poder. Con su inteligente humor, lo decía en El Universal (“Glosario chavista actualizado”) el colega Elides Rojas: “Cáncer: grave enfermedad que en menos de 15 días pasa de inexistente a admitida, a grave, a poco grave, a superada, a milagro”. El patético acto de los “Santos óleos” solicitado por quien ha insultado obscenamente a la jerarquía eclesiástica durante más de 12 años, intenta convencer a los ingenuos de que el milagro es posible. Monseñor Moronta pidió a Dios “por la salud espiritual y corporal” de Chávez (y está bien porque esa es una misión de la Iglesia), lo que está mal es que no haya pedido por la libertad y salud corporal de los presos políticos de Chávez, dos de ellos Forero y Peña Esclusa, enfermos de cáncer, a quienes se les ha negado la atención médica que necesitan.

Chávez descubre muy tarde que su hiperliderazgo no tiene relevo. Que su obsesión por el poder le hizo rodearse de los más sumisos e incapaces y que, con o sin salud, el régimen es devorado por la corrupción, inseguridad, inflación, desabastecimiento, protestas sociales y la ineptitud, probada en las mentiras sobre las viviendas nunca construidas y en el vergonzoso desenlace de El Rodeo II que, sitiado como estaba por miles de GN, se produjo la fuga de 30 delincuentes peligrosos que cargaron con armas de guerra, drogas y dinero. Aunque los oficiales gritaban en el desfile “somos socialistas y antiimperialistas” Chávez sabe que los militares, los de antes y los de ahora, son leales hasta que se alzan. Sabe también que los incapaces a quienes encumbró pensando en su lealtad y sumisión, mantienen una guerra feroz por el poder. Por eso hace constantes llamados a “la unidad cívico militar” y habla del síndrome de Santa Marta: “el síndrome de la traición”. Teme que, aunque la presidenta del TSJ vergonzosa e inconstitucionalmente le dijo “aquí están sus instituciones”, se repita lo ocurrido el 11 de abril cuando muchos magistrados del TSJ y diputados de la AN “saltaron la talanquera”. Aunque ratificó su gabinete para “convencernos” de que todo sigue igual; continúa gritando “¡Exprópiese!” y Jesse Chacón inventa falsas encuestas para complacer al enfermo, ya nada será igual. Porque Chávez sabe que tres jóvenes líderes de la oposición, Capriles Radonski, Leopoldo López y Pablo Pérez le superan en apoyo y agrado popular y se da cuenta ahora de que el amor del pueblo no es eterno y él es tan mortal como nosotros.


Por: MARTA COLOMINA
OPINIÓN | EL UNIVERSAL
mcolomina@gmail.com
domingo 17 de julio de 2011