Nos quedamos sin reales en el bolsillo,
endeudados y con la nevera vacía
El aumento de los precios del petróleo le dio fuerza y le permitió al gobierno nacional sostener una batalla contra los productores agrícolas y agroindustriales del país, calificándolos de terratenientes, oligarcas y explotadores del pueblo, y puso frente a ellos a la producción agrícola mundial, financiada con dólar preferencial, a los fines de poder vender comida barata y al mismo tiempo aprovecharse de las tierras para sembrar en el campo un modo de producción agrícola comunista. Hoy podemos decir que nos quedamos sin el chivo y sin el mecate. La poca comida que hay es muy cara y la escasez refleja que el modo de producción agrícola comunista no funciona.
Pero eso no es lo más grave. Lo peor del caso es que ahora los venezolanos no tenemos los reales para pagar los precios de la comida ni de los servicios públicos, sin saber qué hizo el gobierno con el dinero del petróleo, porque todos los países productores de crudo tanto del Medio Oriente como de Asia Central, aprovecharon el alza de los precios del petróleo para reducir los compromisos de su deuda externa, aumentar la producción nacional y mejorar el nivel de vida de sus pueblos, pero en el caso de Venezuela, la situación fue distinta. La deuda del sector público de nuestro país respecto al Producto Interno Bruto (PIB), aumentó hasta el 2010 en un 37 por ciento y se espera que para este año la deuda culmine con un aumento del 40,2 por ciento. Lo que significa que estamos endeudados hasta la coronilla, sin comida y sin reales. Esto es el colmo. Lo que estamos viviendo es peor que el viernes negro (gobierno de Luis Herrera Campíns). En aquella ocasión fue una fuga de divisas, ahora es una fuga de todo.
Nos quedamos sin reales en el bolsillo, endeudados y con la nevera vacía. El gobierno nos había prometido que no iba a permitir que los alimentos subieran de precio y amenazó al comercio y a la industria si intentaban hacerlo, pero al mismo tiempo tomó la medida devaluadora de unificar el tipo de cambio de 2,6 a 4,30 bolívares por dólar, lo cual implicó un encarecimiento de las materias primas y demás insumos para la producción de alimentos por el orden del 63,8 por ciento, sin incluir el alto costo que registró la importación de medicinas. Este fue un golpe que recibimos el 1º de enero, pero los morados están saliendo ahora. Venezuela en estos momentos tiene la inflación más alta de América Latina y del Caribe (duplica a los demás países del área), según el último boletín de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), constituida por representantes de gobiernos de los países signatarios, entre ellos Venezuela. Debemos sentirnos avergonzados por ello.
Aparte de sentirnos sonrojados frente al mundo, en Venezuela debemos encender las alarmas porque la propia FAO en su última reunión en Chile, donde asistió el delegado venezolano, observa con inmensa preocupación una tendencia estructural al alza de los precios de los alimentos hasta finales de este año, debido a la estrechez entre oferta y demanda. Estima que países como Venezuela y Ecuador con baja producción agrícola, se verán complicados en sus cuadros económicos, porque tendrán que importar alimentos a muy alto costo, lo cual igualmente afectará aún más a 53 millones de personas que padecen de hambre en América Latina. Seguro que ahora dirán: nosotros no fuimos, los culpables son otros.
Por: Lenín Valero
Periodista leninvalero1@hotmail.com
@valeromarquez