Tiempos de cambio
Sería pertinente que los miembros del TSJ explicaran con claridad por qué decidieron aprobarse un bono de alimentación equivalente a 10.000 bolívares fuertes, para compensar el impacto causado por la reducción salarial ordenada en la Ley de Emolumentos.
La magistrada Blanca Rosa Mármol anunció su decisión de no aceptar ese bono, con lo cual la opinión pública se enteró del subterfugio utilizado para disfrazar lo que a todas luces es un aumento salarial.
Varios magistrados la acompañaron en esa posición, aunque la mayoría lo aceptó, de acuerdo con las versiones que han circulado. Ignoro si luego de lo dicho públicamente por la magistrada Mármol se ha producido algún cambio en la decisión de otorgar el envidiable bono compensatorio en forma de ticket de alimentación. Lo cierto es que, se mantenga o no esa remuneración adicional, lo que finalmente cuenta es la intención. Los magistrados se otorgan ese beneficio, y para ello no deben discutir ningún contrato colectivo, hacer huelga ni paros, ni introducir ante ninguna inspectoría del trabajo un pliego de peticiones. Con alzar la mano basta.
Y uno se pregunta si a los magistrados les parece que ganan poco, y que la Ley de Emolumentos los perjudica y también daña a funcionarios públicos que incluso ahora ganan menos que sus subalternos, por qué no se atreven a dar el paso lógico y declaran inconstitucional esa ley.
Lo lógico es que los integrantes del TSJ actúen pensando no sólo en sus intereses, sino también en los centenares o tal vez miles de funcionarios que han visto desmejorar su situación económica como consecuencia de esa ley. Para corregir las desigualdades salariales lo lógico es que se aumente a quienes ganan menos, y no se les rebaje de hecho el sueldo a quienes obtienen mejores salarios. Pero esa es otra discusión.
Estamos ante un debate de carácter ético. Y es válido preguntarse si los magistrados que se aprobaron el regalito en forma de ticket de alimentación, o cestaticket, como también se les llama, no sólo incurrieron en un acto inmoral sino también en una ilegalidad.
Lo que pasa es que son tantos los temas y problemas en la agenda cotidiana que este tipo de cosas ya casi nos parecen normales y no nos escandalizan. Pero creo que son el reflejo de lo mal que estamos.
Mientras los magistrados se dan ese aumentico de 10.000 bolívares en forma de tarjeta o ticket de consumo, los médicos, maestros y profesores universitarios siguen siendo muy mal pagados, pese al último aumento presidencial, y ni esos profesionales ni el resto de los trabajadores pueden autoaumentarse sus remuneraciones con sólo levantar la mano. Yo les aplaudiría ese bono, por cierto, si fuera en recompensa por la disminución del retardo procesal, por la erradicación de los vicios y corruptelas que carcomen la administración de justicia, pero, de pana, les falta mucho para ganárselo, si estos fueran los parámetros.
Sexto Poder. La semana pasada fue publicada una entrevista que me hizo la colega y amiga María Elena Lavaud, a quien agradezco por su excelente trabajo. Pero se coló un recuadro perteneciente a una entrevista con el comisario Iván Simonovis, según me explicó la propia María Elena. Y erróneamente se me atribuyó haber dicho que tengo vocación de policía.
La frase es de Simonovis, no mía. Nunca tuve esa vacación, respetable, pero muy distante de mí. Lo aclaro para satisfacer a quienes me conocen y se extrañaron por la nota.
Raúl Zurita.
El pasado sába-do falleció el colega y amigo Raúl Zurita, hermano de Pável Rondón, Armando y Roy Daza.
A ellos y a sus familiares les reitero mis condolencias.
Por: VLADIMIR VILLEGAS
vvillegas@gmail.com
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