“Aquí y ahora…”
El regreso sorpresivo de Chávez al país, como era de esperarse, causó una gran conmoción en sus seguidores y, por supuesto, en los sectores opositores que no esperaban un comeback tan repentino y sobre todo si se toman en consideración las noticias, videos y fotos que llegaban desde La Habana. Ahora bien, de acuerdo con las informaciones administradas por cuentagotas por el régimen, se puede colegir que esta fue una decisión política, más allá de cualquier recomendación médica.
En esta oportunidad se juntaron las celebraciones del bicentenario de nuestra Independencia y los ascensos militares que suelen ocurrir durante los primeros días del mes de julio de cada año. Vistas las cosas así, para evitar, a toda costa, la sensación de vacío de poder causado por la ausencia prolongada del Presidente de la República, era indispensable la presencia del caudillo único de la revolución bolivariana. Es evidente: estas consideraciones prevalecieron a la hora de decidir su vuelta a la patria.
A ello hay que añadir la reiterada insistencia de la oposición en el sentido de que, por una parte, se aclarara cuál era el verdadero estado de salud del jefe del Estado y, por la otra, que se encargara al vicepresidente Jaua, durante el tiempo que fuese necesario, para que, a tenor de lo pautado en la Constitución Nacional, ejerciera las funciones del Presidente ausente.
Vale la pena recordar que el Gobierno tuvo la ligereza de poner a firmar al Presidente la ley de endeudamiento aprobada por la Asamblea Nacional encontrándose éste fuera del país, como era del dominio público.
Amén de que este acto ilegal acarrea consecuencias jurídicas y penales para los funcionarios involucrados, independientemente de su jerarquía.
Igual ocurriría con los ascensos militares.
En el futuro, estos podrían ser recurridos por cualquier ciudadano. Generales que no son generales. Leyes que no son leyes. Precedente muy delicado para la institucionalidad de la nación.
Ante este cuadro, Chávez se vio, obligado por las circunstancias, a retornar a su querida Venezuela, quizás antes de lo que hubiesen recomendado los médicos que lo trataron.
Ahora bien, las derivaciones de esa determinación se verán en los días por venir.
Por ello, hay que hacer una valoración día a día de lo que ocurra en todos los aspectos de la vida nacional. La salud del Presidente de la República es, sin lugar a dudas, asunto de Estado.
Estoy persuadido de que se generará, aun cuando no se quiera, un clima de inestabilidad, matizado con informaciones, rumores y contrainformación de todo tipo. Para ello el todopoderoso aparato propagandístico de la revolución está preparado. Seguramente, veremos, tal como ocurrió en los fastos bicentenarios, ceremonias cargadas de un profundo contenido épico y ritual, que catalicen el culto a la personalidad de Chávez y, así, acentuar la conexión emocional y sentimental del pueblo con su conductor.
Volveremos a los tiempos del modelo caudillo, ejército y pueblo, desarrollado por el fallecido Norberto Ceresole, durante la campaña electoral de 1998. Ya estamos en presencia de una exaltación exagerada de la figura del “Chávez necesario” para liberarnos del imperialismo y de quién sabe cuántas pamplinadas más… Sin embargo, el chavismo no las tiene fáciles, tiene que luchar contra realidades que obedecen a factores determinantes sujetos a voluntades superiores, incluida la Providencia Divina…
Por: FREDDY LEPAGE
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