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Thursday, November 21, 2024
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EDUARDO SEMTEI: ¿Era la enfermedad del jefe del Estado un asunto privado?

La pregunta le viene
plenamente a colación

 

Es apropiada y oportuna. La noche del 20 de junio el Presidente cumplió con su deber. El deber de informar sobre su estado de salud. Sin embargo se desconocen otros detalles: ¿cuál es el tratamiento? ¿Quiénes son los médicos? ¿En qué hospital se encuentra? ¿Cuál es el pronóstico? ¿Cuándo se supone que regresará a la patria? La salud del jefe del Estado no es ni podrá ser un asunto privado o familiar. Es de absoluto interés nacional. El secretismo en esa materia no sólo despide un indeseable tufo de engaño, sino que significa un desprecio olímpico al derecho ciudadano de conocer las capacidades de trabajo y administración de sus altos funcionarios públicos. El ocultamiento deliberado de ese asunto tan capital revela una conducta autoritaria, mucho más cuando se rodea de expresiones vergonzosas como: “Regresará cuando le dé la gana”, “Miraflores está donde esté el Presidente”. Imaginen sólo por un momento que un trabajador, no el primer funcionario, sino el más simple, el obrero menos calificado le contestara a su supervisor, frente a un permiso temporal o al inicio de su período vacacional, ante la pregunta que cuándo vuelve, con la frase: “Regreso cuando me dé la gana”. Es impensable, cierto, pero mucho más insólito es su uso en relación con el primer mandatario.

El asunto que nos ocupa no es justamente si Chávez tiene cáncer terminal o no, el asunto es el derecho ciudadano, democrático, participativo y hasta protagónico de conocer la realidad. El camuflaje siempre encierra vicios, malos hábitos y hasta maniobras oscuras. A más de ello, vimos cómo se turnaron voceros, no autorizados e impostores, haciendo de médicos cirujanos o de expertos en salud opinando todos los días mentiras como: el Presidente se recupera; no tiene cáncer; está bien; viene en pocas horas; en 10 o 12 días. Una ristra de declaraciones insensatas, inoportunas, engañosas y con toda seguridad oportunistas.

La orden impartida de que ningún, léase bien, ningún funcionario, ni ministros, ni diputados, ni vicepresidentes del PSUV ni altos jefes de los otros poderes públicos podía visitar al Presidente en su lecho de enfermo agregó nuevos elementos reveladores de una rara conspiración mediática propia del libro El código de Da Vinci y no de una nación democrática donde la información es libre y el periodismo se puede ejercer. Las afirmaciones de que Chávez sigue mandando y que imparte instrucciones diariamente a sus ministros, sin que se sepa qué recomendaciones hizo, a quién se las hizo, atizó más el incendio periodístico, como él mismo reconoció, a escala nacional y mundial.

Recuerdo haber leído que Francisco Franco nunca reveló si estaba o no enfermo y que, aunque falleció el 25 de octubre de 1975, su muerte fue comunicada como si hubiese ocurrido el 20 de noviembre.

Fidel Castro por su parte, en por lo menos tres oportunidades, ha desaparecido de la escena pública, lo que ha desatado rumores de su muerte, para luego aparecer triunfante como el líder, el superhombre que venció la muerte.

El presidente Chávez ciertamente está enfermo, tal como lo narró, en una alocución perfectamente seria, acto que lo reivindica. Yo le deseo la mejor de las suertes y le recomiendo humildemente que acuda a los centros mundiales más avanzados en el tratamiento del cáncer, donde Cuba no aparece para nada. Mientras tanto, los alacranes de que hablaba Müller Rojas mueven nerviosos sus ponzoñas.


Por: EDUARDO SEMTEI
esalvarado1000@yahoo.com
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EL NACIONAL