“A pesar de la locura que
vivimos en Venezuela..”
La vida continúa y hay una epidemia de montadera de cachos impresionante. Lo reconozco, es un tema chocante y delicado del que casi nadie habla o escribe, a no ser que hipócritamente se toque para repetir el trillado fastidio de que la infidelidad es mala y que, por supuesto, uno no está de acuerdo.
Si usted le pregunta a cualquier persona si es infiel, mientras más lo sea, más dirá que no.
En lo personal, no estoy de acuerdo ni en contra de los excitantes y divertidos cachos. Todas las mujeres que he tenido, estoy seguro, me han reventado a cacho limpio y yo, por supuesto, me hago el dolido y aprovecho la oportunidad para dejarlas y buscar otras. Cómo estará la cosa que hasta conmigo, con esta cara y este cuerpito, hay mujeres que montan cachos. No entiendo a los hombres que se ponen bravos cuando algún pendejo les enamora a la cuaima. En lugar de buscar al incauto que les está haciendo el favor para agradecerle, lo buscan, a veces, hasta para matarlo.
Me han pedido, otra vez, mi famosa guía de los cachos, así que hoy los complazco: -Cuando una mujer dice: “Tenemos que hablar”, ¡prepárese! Lo que le viene no es bueno. Hasta que llegue la hora de la conversación, pasará el día nervioso pensando que se descubrió el paquete.
-Cuando una mujer dice: “Es que…es que estoy confundida…”, segurito ya tiene a otro, y a usted le van a cortar las patas.
-Cuando un hombre dice: “Mi amor, vamos a darnos un tiempo para pensar mejor las cosas”, ¡olvídese! Ese no va a pensar nada, va a salir corriendo a verse justamente con la persona que ya usted sospechaba.
-Cuando una mujer pide fruit punch en un restaurante, ¡cuidado! Mujer que no beba alcohol es peligrosa. Se está haciendo la pendeja para algo.
Se hace la santa para que le agarren confianza.
-Cuando un hombre dice: “No sé, ya no es lo mismo”, cómo va a ser lo mismo si tiene a otra más buena y menos complicada que “lo mismo”.
-Cuando una mujer dice: “Me gustaría tener más tiempo para mí”, ese “para mí”, es un atlético y hermoso muchacho de 25 años, que está bien bueno.
-Cuando un hombre se pone regalón, ¡cuaimatícese! Ese hombre siente remordimiento por tanto cacho que monta.
-Cuando una mujer se deshace de su ropa interior y compra todo nuevo, ya tiene otro hombre que sí se da cuenta de lo bonita que le queda. A usted le sigue saliendo su pantaletota e’ vieja.
-Cuando un hombre, gordito y calvito de toda la vida, un buen día, sin ton ni son, se pone a dieta, ¡mosca señora!, “sin ton ni son” debe estar buenísima.
-Cuando su mujer dice: “Mi amor, tú sabes que yo tengo una amiga que está casada y resuuulta que ella quiere a su esposo y todo eso, perooo le gusta un tipo que trabaja con ella, entonces…”, no la escuche. Eso es embuste. Es ella la de la vaina.
-Cuando una mujer le dice al marido que “un grupo de amigas la invitaron a Margarita”, ese es un viaje de cacho clásico y el cuento es de adolescentes para engañar a la mamá. Es vergonzoso que se deje timar con eso, además, eso está tan usado, que ya pasó de moda.
Recuerden, hagan lo que hagan, vigilen lo que vigilen, celen lo que celen, repriman lo que repriman y controlen lo que controlen, más grande y sabroso es el cuerno que le están poniendo.
Lo del título de hoy fue porque era la única forma de que usted leyera este artículo.
Por: CLAUDIO NAZOA
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