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El Editorial: Quince días, sigue la ausencia


En el oficialismo nadie, se atreve a
perfilarse de como jefe provisional

 

Por el rumbo que llevan los acontecimientos, parece que Venezuela no necesita Presidente de la República ya que el elegido por la mayoría del país decidió desaparecer de la escena política sin dar mayores explicaciones que la de estar afectado por un “absceso pélvico”. Desde ese momento, todo gira en torno a una trama que semeja un folletín por entregas en el cual cada capítulo le agrega más misterio a la imaginación del lector, atrapado en un mundo de manipuladores oficialistas de la opinión pública.

Si el Presidente de la República fue operado por los médicos cubanos y salió bien de la intervención quirúrgica, ¿cuál es el motivo para que no se les informe a los venezolanos los pormenores de su rehabilitación y de la marcha favorable del tratamiento que se le está aplicando allá en la isla caribeña? No puede ser que los incapaces ministros del Gobierno conviertan todo esto en un solemne misterio o en un gran secreto de Estado que genera incertidumbre y crea zozobra entre la población. Nadie entiende por qué se le oculta al país cómo está la salud del mandatario nacional, si está superando positivamente sus quebrantos y cuándo regresará a ejercer sus funciones.

Este un tema que le interesa a todo el mundo, sean oficialistas u opositores que es lo de menos, porque lo que no se entiende es que un país marche sin la presencia de alguien que esté al frente del Poder Ejecutivo. La ausencia real de una figura que personifique ese poder deja mucho que pensar, en especial porque pareciera que entre los mismos altos dirigentes del oficialismo no se tienen confianza y cargan un puñal en el bolsillo cada vez que acuden a una reunión habitual del partido.

Pero en un país como Venezuela que juega un papel importante en la producción y exportación mundial de energía, que desarrolla una línea política internacional muy centralizada en la persona del Presidente y que internamente nada puede funcionar porque las decisiones están concentradas en los deseos y veleidades del comandante, la ausencia del jefe detiene la maquinaria del Estado y demuestra, más mal que bien, lo peligroso de colocar el destino del socialismo del siglo XXI en una persona tan vulnerable en sus problemas de salud.

Si se prolongara su periodo de restablecimiento en un hospital de Cuba, el Presidente, muy a su pesar, deberá descargar parte de sus responsabilidades en algunos de sus ministros y allegados. El problema surgirá cuando el grupo de los dirigentes excluidos se sienta objeto de las sospechas del entorno presidencial y víctima de las intrigas palaciegas que hoy florecen en los pasillos y jardines de un palacio de Miraflores poblado de fantasmas.

Lo que más llama la atención de los venezolanos es que nadie, entre los líderes el oficialismo, se atreve a perfilarse como un jefe provisional que puede hacer el trabajo de presidente sin que se le mire como un hombre que quiere serrucharle el puesto.


Por: Redacción
Política | Opinión
EL NACIONAL