HomeNarraciónMARTA COLOMINA: ¿Qué nos pasa a los venezolanos?

MARTA COLOMINA: ¿Qué nos pasa a los venezolanos?

Acompañemos a los
sectores que protestan

 

■ Y  presionemos a nuestros líderes para que también actúen

Desde hace tiempo los periodistas recibimos mensajes de nuestras audiencias y lectores preguntando qué es lo que nos pasa a los venezolanos que lucimos tan “pacientes” frente a los ilegales atropellos del Gobierno y de los poderes públicos que Chávez controla inconstitucionalmente a su antojo. Los mensajes han arreciado y vienen ahora acompañados de frases como “¿Dónde está el bravo pueblo?”, o tan tajantes como “los venezolanos tenemos sangre de horchata”. No pocos citan como paradigma las rebeliones del mundo árabe y hasta a “Los indignados” españoles quienes, a juzgar por las agresiones contra diputados y alcaldes, han devenido en malandrines extremistas.

Cada día aumenta el número de venezolanos desesperados por la inocultable ingobernabilidad, como registran las redes sociales y hasta los “papelitos” recibidos en los medios. Parecieran olvidar que diariamente ocurren numerosas protestas en el país. Los sindicalistas democráticos de Guayana están siendo víctimas de los matones a sueldo del Gobierno quienes, fungiendo de dirigentes sindicales, tienen varios asesinatos en su haber, como el reciente de Renny Rojas, trabajador de Ferrominera, cuyo presunto autor material, el rojo Héctor Maicán, fue liberado por el juez Carlos Oronoz, quien eliminó la imputación de delito de homicidio, por el de “porte ilícito de armas y lesiones leves”. Inmoralidad como aquellas que enviaron a la prisión a la jueza Afiuni y a los comisarios Forero, Simonovis, Vivas o a Peña Esclusa, encarcelados por un Poder Judicial envilecido. Numerosos juristas comparan a la “justicia” venezolana con la de Hitler, al haber devenido en un aparato terrorista manejado por Chávez para silenciar adversarios políticos o a quienes no cumplen sus vengativos deseos.

Esta semana protestaron los estudiantes de todo el país en Mérida; los maestros en Caracas, Mérida y Guárico exigiendo contratación colectiva y aumento salarial; los médicos por la ruina de los hospitales y por salarios dignos, quienes no fueron recibidos por la ministra de Salud, cada vez más insolentemente rojita. Protestan los conductores del transporte público, hartos de que muchos de sus compañeros hayan sido asesinados, sin que se les garantice su derecho a la vida y al trabajo. Se repiten las trancas de los damnificados, cansados de vivir en refugios inmundos y de que no llegue la vivienda prometida. Protestaron en el Zulia y en casi todo el país por los apagones de más de 30 horas, que comprueban la ineptitud, corrupción y engaño de un Gobierno que nos aseguró haber resuelto el problema de la electricidad, para comprobar ahora que la construcción de las obras eléctricas registran atrasos de hasta 70% por falta de pago a las contratistas, mientras el enfermo sigue en La Habana con la chequera de la que ha regalado más de $6 mil millones a los cubanos. El inepto Rodríguez Araque nos culpa de dilapidar una electricidad inexistente (“exceso de consumo” dice el cínico) mientras que las focas y el enfermo añaden que es “sabotaje”. Ni siquiera nos conmovimos ante los 37 asesinados en El Rodeo, prueba espantosa de la incapacidad oficial.

Así que protestas hay, pero aisladas, porque mientras los ciudadanos hacemos catarsis en las redes sociales, quienes protestan lo hacen solos, sin el necesario apoyo de la MUD y de la sociedad civil. Los médicos debieron ir acompañados de los muchos pacientes atendidos y los maestros, de los padres y alumnos. El gobernador del Táchira pide que el TSJ “ponga freno” al abuso de poder del Ejecutivo, a sabiendas de que el TSJ es cómplice y siervo de Chávez. Debemos ser todos: los alcaldes, gobernadores, partidos y ciudadanos los que salgamos a la calle a protestar pacíficamente contra la violación de nuestros derechos, y no lo hacemos, nos conformamos con escribirlo en Twitter (y los políticos con declarar a los medios). El economista Ricardo Hausmann, directivo de Harvard, dijo estos días que había que darle “un parao” al endeudamiento ruinoso emprendido por Chávez, advirtiendo a los acreedores que esa deuda es ilícita y que podría no ser pagada en el futuro. Tarea para la MUD y los economistas nacionales. No hablemos de nuestra imperdonable paciencia ante la rapiña oficial con la excusa de la “Misión Vivienda”.

J.C. Sosa Azpúrua escribió esta semana (EU) que “el pueblo está cansado de los viejos trucos, se marea y empieza a vomitar”. Más que vomitar, debemos actuar: acompañemos a los sectores que protestan por sus penurias, que son las nuestras y presionemos a nuestros líderes para que también actúen, porque todos somos víctimas de esta satrapía destructora. Si nos limitamos a ver en los demás “sangre de horchata”, mientras contemplamos las protestas por Globovisión, estaremos perdidos.


Por: MARTA COLOMINA
mcolomina@gmail.com
OPINIÓN | EL UNIVERSAL
domingo 19 de junio de 2011

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