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MARIANELLA SALAZAR: Los parteros de Ollanta Humala

Artillería de Oficio

 

Es imposible dejar de ver el resultado de las elecciones en Perú desde una óptica venezolana. El nacionalista Ollanta Humala ha llegado a la Presidencia de esa república con el rotundo apoyo de personalidades como el Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y del ex presidente Alejandro Toledo, que de buena fe ­supongo­, apostaron por que la democracia no se perdiera bajo el mando del comandante ex golpista.

Ojalá Ollanta Humala no se convierta en el monstruo que amenace de muerte la vida republicana y que los prestigiosos “fiadores” no se conviertan involuntariamente en creadores del engendro que puede destruir la democracia e imponer una revolución izquierdista a imagen y semejanza de la revolución bolivariana venezolana, además de sumase a Evo, Correa, Ortega y Zelaya en el engranaje de la plataforma latinoamericana de subversión, planificada por Fidel Castro, financiada y operada con mucho éxito por el gran estratega que ha resultado ser Hugo Chávez, que viene avanzando en sus planes de convertir a América Latina ­haciendo énfasis en el Sur­, en un polo de la izquierda internacional.

Por razones electorales, Ollanta Humala se ha presentado con el ropaje de la moderación, se convirtió de un momento otro en un verdadero demócrata, después de perder estrepitosamente en la campaña de 2006, cuando fue apoyado pública e inconvenientemente por Hugo Chávez.

Ahora, el comandante Humala se distancia, presuntamente, del mandatario venezolano; se muestra como el gran defensor de la propiedad privada y de las reglas del mercado para continuar los éxitos económicos de la gestión de Alan García. Con su discurso calma a los inversionistas, evita el rechazo de la sociedad peruana ­al menos de la mitad de la población que no le dio el voto por temor a que los conduzca al lodazal autoritario­ y no decepciona a sus ingenuos fiadores que están implorando una tregua a su favor porque saben muy bien que podrían convertirse en cómplices de Humala si retorna a sus desgastadas ideas marxistas-leninistas y repite en Perú las fórmulas del socialismo del siglo XXI, dictadas por el líder de la revolución bolivariana. Por eso el ex presidente Toledo, uno de sus fiadores, anuncia que estará vigilante del Estado de Derecho y de las libertades ciudadanas, porque es ese, precisamente, su temor: que el ex golpista descubra su verdadera esencia fascista, se coloque la boina roja que ha venido guardando como un fetiche y conduzca a Perú hacia el odio, la ruina y la destrucción. Aunque por razones estratégicas eso no lo hará de golpe y porrazo, será después de un año en el poder cuando comiencen a verse las costuras.

En cuanto al otro garante, Mario Vargas Llosa, en nombre de la libertad y la democracia ha tenido el descaro de anunciar que su trabajo de partero (arriesgándose a contraer cáncer o sida) terminó con el triunfo de Humala, es decir, que su contribución a salvar la democracia peruana tenía plazo fijo. Lo grave para el Nobel es que ayudó a parir a un clon del déspota caribeño, a quien tantas veces tildó de “dictador” y “gran desestabilizador de la democracia en América Latina”.

Tic tac El sábado en la noche, cuando circulaban en Perú las encuestas que daban por ganador a Humala, un grupo de ruidosos venezolanos chavistas festejaban por adelantado en el elitesco hotel Country Club de San Isidro en Lima, el preferido de la burguesía limeña.

Para no perder la costumbre, derrocharon a manos llenas brindando por la revolución y por el triunfo de Hugo Chávez, el auténtico ganador.


Por: MARIANELLA SALAZAR
msalazar@cantv.net
Política | Opinión
EL NACIONAL