La dama y el militar
Hoy, primer domingo de junio, se descifrará la gran incógnita de la política peruana de las últimas décadas.
Hoy se ven las caras, frente a frente, los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta, en unas elecciones donde abundaron los personalismos y las apuestas más o menos banales.
La competencia les abrió el paso a los dos personajes que todos pretendían eliminar. Extrañas ironías de la democracia, lecciones que se reiteran en la historia, sin que nadie las aprenda. Se dice que “nadie aprende en cabeza ajena”, pero frecuentemente tampoco en la propia. De modo que es inútil ensayar moralejas.
Una mujer, Keiko Fujimori, y un ex militar, Ollanta Humala, son esos candidatos que se disputarán la presidencia del Perú.
Ambos nombres recuerdan sucesos o etapas particularmente polémicas. Ella, evoca el Gobierno de su padre, ahora preso y condenado por sus excesos de gobernante. Él, a su turno, revive sus cuestionamientos al sistema democrático y sus promesas de reformas constitucionales. Como una sombra que no lo favorece, se le enrostra su amistad con el Presidente de Venezuela.
Ambos candidatos han tratado con éxito de desvincularse de lo negativo de antiguos nexos. Keiko Fujimori inspira más confianza que su rival en cuanto a la continuidad de políticas macroeconómicas consolidadas por el presidente Alan García. Ollanta Humala ha hecho promesas en igual sentido. Ya no se propone reformar la Constitución. Promete no variar sustancialmente el rumbo de Perú.
En los debates de la campaña, Keiko y Ollanta fueron acercando sus posiciones y reconociendo las complejidades del desafío que enfrentarán la una o el otro. El hecho de que los candidatos que suscitan mayor polarización hayan quedado para la segunda vuelta, ha mantenido en suspenso a la sociedad peruana como en pocas ocasiones. Antiguos adversarios se convirtieron en aliados.
Es el caso del novelista Mario Vargas Llosa que terminó jugándose la carta del ex militar que antes combatió a fondo. Es el caso de los ex candidatos Pedro Pablo Kuczynski y Luis Castañeda que ahora respaldan a Keiko y de Alejandro Toledo que apoya a Humala. El ajedrez tiene nombres tan inesperados que cualquiera se puede confundir.
Los peruanos se vieron de pronto frente a una situación imprevista: votar más allá de la afinidad política. No pocos están conscientes de que es mucho lo está en juego. Perú vive una etapa de crecimiento y de expansión económica que promete buenos tiempos para el país, y acaba de fundar con México, Colombia y Chile el grupo de naciones del Pacífico. Tiene un TLC con Estados Unidos.
En una palabra, avances económicos que deben ser consolidados. Ambos candidatos parecen haber comprendido estas realidades. Han moderado sus discursos en busca de los votos que pueden decidir cuál de los dos, Keiko o Humala, resultará presidente de Perú en unas elecciones impredecibles.
Por: Redacción
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EL NACIONAL